(Del libro, Huidobro en España, RIL Editores, Barcelona, España -
Santiago de Chile 2024)
La
importancia de las visitas del poeta chileno Vicente Huidobro a España han sido
fuente constante de polémica entre sus defensores y detractores [1]
quienes aumentan o disminuyen el peso específico de su alcance sobre los
autores del momento. De lo que no cabe ninguna duda es que su paso por Madrid
fue decisivo para la necesaria renovación de la poesía que, por ese entonces se
escribía en la península ibérica. Aunque quizás su primer viaje de 1918, con la
difusión de libros como El espejo de agua y Horizon Carré o la divulgación de sus ideas creacionistas que
darían como fruto el nacimiento del ultraísmo, haya sido más decisivo que el
segundo de 1919 (con la temprana noticia a Cansinos de su poema Altazor), el polémico tercero de 1920 , el cuarto de
1921, el quinto de 1931 (en el que publicará
Altazor y Temblor de Cielo), el sexto - marcado por la guerra civil - de
1936, o el séptimo de 1937 (año del
famoso Congreso de Escritores Antifascistas) todos revisten una importancia que
ningún crítico puede desestimar. Lo que hoy aparece como indispensable es
dimensionar con la mayor equidad posible la trascendencia que estas visitas
significaron para la literatura española de esos días y, también, para la
propia escritura del autor chileno. Esta necesaria revisión debe entregar las
claves para un mejor conocimiento de la poesía vanguardista peninsular y
también para entender los inicios y vínculos con una parte importante de la
literatura hispanoamericana de vanguardias.
El
primer viaje: 1918
Aunque
ya se podían constatar algunos cambios y un interés por las nuevas técnicas
escriturales que se practicaban en Francia e Italia 2, dentro de la poesía española de la época,
pocos son los ejemplos auténticamente vanguardistas que pueden citarse con
propiedad. En el año 1918 la poesía escrita en la península (salvo contadas
excepciones) aún adolecía de un fuerte influjo del Modernismo e incluso de los
últimos ecos del Romanticismo tardío. Poco o nada hacía prever que se pudiesen
registrar cambios radicales en los procedimientos y en los temas (ya casi
anquilosados) de los poetas españoles. Si bien las tertulias cumplían un
importante papel como espacios de difusión de las noticias que algunos viajeros
traían desde el otro lado de los Pirineos, la mayoría de los escritores no se
atrevía - por desconocimiento o timidez - a ensayar aquellas técnicas y, más
que eso, a poner en práctica esa auténtica revolución estilística que
constituía la avant garde.
La
llegada a Madrid de Vicente Huidobro en ese año debe ser considerada con toda
justicia y propiedad como el punto de arranque para que esos jóvenes poetas
contertulios de Cansinos Asséns abriesen sus mentes a las nuevas corrientes
literarias que desde hacía tiempo ya habían hecho su aparición en el resto del
continente europeo 3. Ningún argumento más válido para sostener
esta afirmación que las propias palabras de Rafael Cansinos Asséns, quien da
testimonio de la importancia de este hecho llegando a considerar la visita del
poeta chileno a su tertulia del Café “Colonial” como uno de los acontecimientos
más importantes de 1918:
“(…) el acontecimiento
supremo del año literario que
ahora acaba, lo constituye
el tránsito por esta corte
del joven poeta chileno Vicente Huidobro, que
a me-
diados de estío llegó a
nosotros, de regreso de París
donde pudo ver las grandes
cosas de la guerra y al-
canzar las últimas
evoluciones literarias. Pocas líneas
en nuestra prensa señalaron
la estancia del original
cantor, que, retraído y
desdeñoso, sólo se comunicó con
unos pocos para anunciarles
sus primicias nuevas. Y,
sin embargo, su venida a
Madrid fue el único aconte-
cimiento literario del año,
porque con él pasaron por
nuestro meridiano las
últimas tendencias estéticas del
extranjero; y él mismo
asumía la representación de una
de ellas, no la menos
interesante, el creacionismo, cuya
paternidad compartió allá
en París con otro singular
Poeta, Pedro Reverdy, el
autor de Les ardoises du toit,
y cuyo evangelio práctico
recogió en un libro, Horizon
Carré (París,
1917).
(…) Huidobro nos traía
primicias completamente nue-
vas, nombres nuevos, obras
nuevas; un ultramodernis-
mo.
(…) De estos coloquios
familiares, una virtud de reno-
vación trascendió a nuestra
lírica; y un día, quizá no le-
jano muchos matices nuevos
de libros futuros habrán de
referirse a las exhortaciones apostólicas
de Huidobro,
que trajo el verbo nuevo.
Porque su estancia aquí, de
julio a noviembre, en que
tornó a su patria chilena, los
poetas más jóvenes le rodearon
y de él aprendieron
otros números musicales y
otros modos de percibir la
belleza (…)4
De igual forma, Cansinos adelanta las ideas
expuestas en un artículo publicado en la revista “Cosmópolis” el año 1919
(antecedente del capítulo dedicado a la estancia del chileno en Madrid que
luego ampliaría en su libro La nueva
literatura publicado en 1925). Es interesante comprobar el símil que
establece el escritor español con las visitas realizadas por Rubén Darío:
(…) De igual modo, el paso de Huidobro
por
entre nuestros
jóvenes ha sido una lección de
modernidad y
un acicate para trasponer las
puertas que
nunca deben cerrarse. Porque
si Rubén vino
a acabar con el romanticismo,
Huidobro ha
venido a descubrir la senectud
del ciclo novecentista y de sus
arquetipos, en
cuya imitación
se adiestran hoy, por desgra-
cia, los
jóvenes, semejantes a los alumnos
de dibujo que
se ejercitan copiando manos
y pies de
estatuas clásicas (…)”5
Ultraístas
y Creacionistas
El
decisivo testimonio antes citado de Cansinos Asséns permite situar con
precisión los alcances de esta primera visita que, sin restar ningún mérito a
Huidobro, restringe el ámbito de su influencia a los miembros de la tertulia
del Café “Colonial” y, tal vez, a unos pocos más interesados. Pero he aquí el
punto más interesante, pues es posible constatar un fenómeno de transmisión
literaria curioso, pero no por eso menos influyente y decisivo. La importancia
de la llegada de Huidobro al Madrid de 1918 está determinada por la forma en
cómo se conocieron sus textos: lecturas públicas ante los jóvenes poetas de la
tertulia de Cansinos, charlas sobre las distintas vanguardias, sobre el propio
creacionismo y difusión de algunos escasos ejemplares de Horizón Carré entre los mismos asistentes. Desde estos ejemplares
empezarían a copiar los poemas otros jóvenes autores extendiendo el conocimiento
de los textos del chileno y, fundamentalmente, de los procedimientos que allí
se aplican como auténtica novedad para los españoles 6. Los jovencísimos Xavier Bóveda (¿1898
-1950?), Rogelio Buendía (1891 - 1969), José de Ciria y Escalante (1903 - 1924),
César A. Comet (¿1890 -?), Pedro Garfias (1901 - 1967), Rafael Lasso de la
Vega, Marqués de Villanova (1890 - 1959), Eugenio Montes (1897 - 1982),
Eliodoro Puche (1885 - 1964), Pedro Raida (¿1890? -?), José Rivas Panedas
(¿1890 -?) Guillermo De Torre (1900 - 1971), Adriano Del Valle (1895 - 1958),
Isaac Del Vando Villar (1890 - 1963), Francisco Vighi (1890 - 1961) y otros
serían los difusores que ampliaron la órbita de influencia del poeta chileno.
El nacimiento del ultraísmo empieza justamente a partir de la palabra “ultra
modernismo” utilizada por Cansinos a propósito de la escritura que dio a
conocer Huidobro y en el momento en que los poetas españoles comienzan, al
igual que amanuenses medievales, a copiar y a distribuir entre otros
interesados los poemas de Horizón Carré
y, es de suponer, de la plaquette El
espejo de agua.
La correspondencia que el poeta chileno
iniciará con los futuros miembros del ultraísmo español (con diversos consejos
y el envío de ejemplares de sus libros) será el otro vehículo de transmisión de
las ideas que irán plasmando hasta la formación “oficial” de esta singular
vanguardia (otoño de 1918) con la publicación en periódicos madrileños (y más
tarde, en 1919, en la revista “Cosmópolis”) del primer manifiesto ultraísta:
“Ultra”.
Casi desde sus orígenes se iniciará la
polémica que va a existir permanentemente entre Vicente Huidobro y aquellos
nuevos poetas del ultraísmo. Como si se tratara de un rápido parricidio, muy
tempranamente los diversos autores de ultra (de un “peso específico” bastante
dudoso)7 se encargarán de señalar la distancia
que media entre ellos y el poeta chileno, rechazando la idea de seguir
ciegamente los dictados del creacionismo. Como era de esperar, la respuesta de
Huidobro no tardará demasiado aclarando con mucha precisión el escaso valor
literario de los textos producidos por los poetas ultraístas y la casi nula
concepción vanguardista que estos poseen 8
.
Paralelamente, se inician los primeros
contactos epistolares entre Huidobro y el futuro miembro del grupo poético de
1927, Gerardo Diego. Esta relación, sin duda una de las más importantes de las
que sostuviera el poeta chileno con escritores peninsulares, continuará hasta
la muerte del chileno en 1948. Diego es
uno de los poetas que justamente conocerá la obra del chileno a través de las
copias realizadas por los asistentes a la tertulia de Cansinos, relatando así
esta experiencia:
“(…) Yo comencé a conocer la
poesía de Huidobro en
enero de 1919 - antes sólo
algún fragmento aislado y re-
ferencias críticas de
Cansinos - y en seguida tenía ya co-
piados sus últimos libros,
que me prestó Eugenio Montes,
fervoroso huidobrista de
aquella hora. A Vicente después
de cruzarnos algunas cartas
(claro está que yo fui el pri-
mero en escribirle para
manifestarle mi entusiasmo), le
conocí personalmente en
Madrid en el invierno de 1920-
1921 (…)”9
Este
interesante vínculo hará de la poesía de Diego una de las más singulares de
todo el inmenso corpus del grupo poético del 27, ya que
este poeta santanderino combinará una escritura de corte clásico con otra de
corte vanguardista, alternándola con gran soltura y sin manifestar mayores
contradicciones en esta práctica tan especial. El fervor creacionista de
Gerardo Diego se manifestará hasta sus últimos libros10
donde continúa el ejercicio de su “poesía de creación” -como él mismo la llama en clara referencia a
una programada adhesión a las enseñanzas de Vicente Huidobro- transformándose
así en el único continuador en toda la lengua castellana (con ciertas
particularidades propias, claro está) de la vanguardia huidobreana. Los aportes
de Diego al creacionismo son múltiples y amplían el horizonte inaugurado por el
poeta chileno: un constante diálogo con la tradición hispánica ( Garcilaso,
Góngora, etc.), el uso de la rima consonante, el verso medido, la incorporación
de un espíritu lírico aún más lúdico y humorístico que el huidobreano (en el
sentido de la profunda exploración que Diego realiza en el campo del humor y de las posibilidades de ironizar
frente a la poesía decimonónica, por ejemplo) sumado al intento por realizar
una síntesis entre la tradición y la vanguardia (Fábula de Equis y Zeda),
a la par de recorrer paralelamente ambas formas de entender la poesía, hacen
que la obra de Diego deba ser valorada no como la de un seguidor, sino como un
esfuerzo por ensanchar más aún las fronteras del creacionismo.
El
caso de Juan Larrea reviste también características únicas. A instancias del
propio Gerardo Diego, Larrea conoce la obra del poeta chileno y queda tan
impresionado por la misma, que no sólo va a cambiar sus concepciones estéticas
sino su forma de entender al mundo desde una perspectiva diferente. David Bary 11 relata con mucha propiedad este cambio
existencial y literario:
“(…) En 1919 Larrea tuvo su primer
encuentro con
la poesía de
Huidobro, gracias a la intervención de
Gerardo Diego. El efecto fue
fulminante. El conoci-
miento de un par de
los
Poemas árticos le reveló al
joven bilbaíno la posibilidad
de la liberación no sólo
literaria sino
cultural y personal. Empezó de golpe a
escribir de una
manera nueva y a entrever la esperan-
za de vivir de un modo hasta entonces
insospechado,
libre de las trabas
de una cultura rezagada e inflexible
(…).”12
El
único libro de Larrea, Versión Celeste
(1970) será tributario, en su primera parte, de la estética creacionista.
Igualmente, el poema de mayor extensión que Larrea escribiera, “Cosmopolitano”
(publicado en “Cervantes” en noviembre de 1919) y que, sin lugar a dudas, hay
que filiar con Ecuatorial13, no sólo por compartir el tema del
viaje como eje central, sino por el tono general del poema, considerando su
extraordinaria importancia en la poesía española de ese entonces por su
temprana aparición y los recursos creacionistas aplicados con una segura propiedad
que lo distingue de todos los otros experimentos peninsulares. La admiración
del poeta bilbaíno por Huidobro no cesará jamás, aunque su escritura derive,
sin duda, hacia la órbita surrealista. De hecho, junto con difundir al gran
poeta peruano César Vallejo en su famosa revista “Aula Vallejo”, Larrea
defenderá siempre la trayectoria poética de su amigo chileno13 .
Un
último hecho vendrá a subrayar la trascendencia del primer viaje de Huidobro a
la capital de España: la edición de cuatro libros importantes dentro de su
producción literaria, Poemas árticos,
Ecuatorial, Tour Eiffel y Hallalí,
todos publicados durante 191814 y de
los cuales la crítica de la época no dice prácticamente nada. Sin duda los
escasos tirajes y las dificultades en la distribución de libros considerados
como extraños y demasiado temerarios incidió notablemente para que los
periódicos y revistas de ese entonces mantuvieran un imperdonable silencio. A
esto debe agregarse que, salvo figuras excepcionales, la mayoría de los
críticos y escritores españoles no dominaban la lengua francesa (tres de estos
libros fueron publicados en ese idioma y sin traducción al castellano) lo que
complicaba aún más su recepción.
Como
reflexión final a esta primera visita, es necesario destacar el hecho que el
paso de Huidobro por Madrid (a pesar de los múltiples comentarios de Guillermo
De Torre y otros detractores) no puede dejar de señalarse como el momento
inaugural de la vanguardia española; vanguardia que no sólo debe ser
restringida al ámbito del ultraísmo, sino también al propio creacionismo que
tocará directamente a dos miembros del 27, Diego y Larrea, consolidando a la
vanguardia como una nueva forma de escritura, pero, por sobre todo, en el caso
de los poetas creacionistas españoles, dotándola de autores de calidad, asunto
que en el ámbito del heterogéneo ultraísmo (y a juicio del propio Huidobro) se
encontraba prácticamente ausente.
Los
viajes de 1919, 1920 y 1921
Tal
como se señaló anteriormente, los viajes inmediatamente posteriores a 1918 no
revestirán la misma importancia que el primero.
En
1919, de camino a Chile, Huidobro pasa por el capital española y nuevamente
acogido por la hospitalidad de Rafael Cansinos Asséns enseña a los contertulios
del Café “Colonial” los primeros esbozos de escritura de Altazor, poema que en ese entonces escribía en francés y con el
título de Voyage en parachute. También por esos días,
Cansinos traducirá para una de las revistas ultraístas más importantes,
“Cervantes”, Tour Eiffel, y Hallalí, libros que habían aparecido el
año anterior en la capital española sólo en
versión francesa 15 .
1920
será el año en que se desate la seguidilla de oscuras polémicas y también el de
su progresivo alejamiento de los jóvenes ultraístas. Si bien Huidobro colabora
con diversas revistas del movimiento español (“Grecia”, “Ultra”, “Cervantes” y
“Tableros”) será una entrevista concedida por Pierre Reverdy a Enrique Gómez
Carrillo para “El Liberal” de Madrid -donde Reverdy se atribuye la paternidad
del creacionismo y acusa al chileno de antedatar la plaquette El espejo de agua (Buenos Aires, 1916)- la que gatille toda clase de
discursos a favor y en contra del chileno 16
. Guillermo de Torre abogará primero a favor del poeta y luego tomará el bando
opuesto para entonces dejar muy en claro su posición en su polémico libro Historia de las literaturas de vanguardia;17 en todo caso, esta “guerrilla
literaria” no aportará más que confusión y animadversiones que poco o nada
tienen que ver con la real dimensión de la obra huidobreana. Lo que si es
conveniente aclarar, es que desde el año 1919 los ultraístas habían manifestado
su interés por separarse de los lineamientos creacionistas, como queda
explicitado en un texto de José Rivas Panedas publicado en la revista
“Cervantes” y titulado Protesto en nombre
de Ultra18 :
“(…) el creacionismo, es algo bien concreto, al menos
una cosa muy concreta al
lado de nuestro Ultra, que no
nos cansaremos de repetir,
que no es un dogma ni un
modo. El creacionismo sí (…)”19
Lo que evidencia justamente una de las
críticas más certeras de Vicente Huidobro a la vanguardia peninsular: su falta
de carácter, de homogeneidad, su carencia de una idea central, de un eje que de
alguna manera particularice y distinga la apuesta del ultraísmo de las otras
corrientes de la época. Un problema que apunta a esa facultad receptora de
ultra a todas las innovaciones al uso (futurismo, dadaísmo, expresionismo,
creacionismo), pero que no logra decantar en la opción concreta ni menos en la
práctica poética 20 .
El
año 1921 está marcado por la aparición en Madrid del primer número de la
revista “Creación, Revista Internacional de Arte” (fundada y dirigida por
Huidobro, que vio la luz en abril) y cuyo contenido incluía poemas y artículos
en diversos idiomas, partituras musicales e ilustraciones de Braque, Gris y
Picasso entre otros 21 . Poco
o nada ha quedado registrado de la resonancia de esta publicación, aunque es
necesario consignar que tanto Larrea como Diego la citan como otro de los
instrumentos que allanaron el camino a la introducción de las ideas
vanguardistas. Cabe destacar que éste es el año en que Huidobro conoce
personalmente a Gerardo Diego y Juan Larrea, iniciando la ya mencionada amistad
que se mantendrá inalterable aún en los momentos más álgidos de las diversas
polémicas.
En
última instancia hay que señalar otro hecho importante acontecido en ese viaje:
se trata de la conferencia pronunciada en diciembre por Huidobro en el Ateneo de Madrid -presentado por el poeta Mauricio Bacarisse-
y cuyo título (como acreditan los recortes de prensa del propio autor 22 ) “Estética Moderna” intenta reafirmar
la importancia del creacionismo en el contexto
de las literaturas de vanguardia. El interés y vigencia del texto será
tal, que Huidobro lo publicará en 1931 como prólogo a uno de sus libros más
significativos, Temblor de cielo.
Un
fracaso inexplicable: el viaje de 1931
En
los meses de enero y febrero de 1931 Huidobro reside una vez más en la capital
de España 23 . Asiste a recitales
poéticos (entre los que cabe destacar “Poeta en Nueva York” realizado por
Federico García Lorca), proyecta
publicar nuevas revistas, polemiza con Luis Buñuel, se aleja de los escritores
del grupo del 27 y publica dos de sus libros más importantes: Altazor y Temblor de Cielo 24 en dos casas editoriales de
gran prestigio en el ámbito literario español. Estos libros, tal vez los más
destacados de toda la producción huidobreana, no merecen mayor atención de la
crítica. Como ya ha sido usual en la prensa madrileña, las reseñas sobre la
obra del chileno destacan por su ausencia. Hecho singular, inexplicable (o solo
explicable por las múltiples enemistades granjeadas por el poeta en sus
anteriores visitas) que se asemeja a otros silencios y cegueras sufridos por
escritores importantes. No es este el espacio indicado para realizar una
valoración de textos tan determinantes en el panorama de la literatura escrita
en lengua castellana, pero llama la atención profundamente que del poeta sólo
se recojan una entrevista realizada por César González-Ruano en “El Heraldo de
Madrid” 25 (cuando aún no
aparecían los libros mencionados) y un par de notas sociales donde se relata un
banquete ofrecido en su honor por un grupo de poetas y amigos26 . Al revisar la trascendencia de Altazor
(y a la luz de lo que hoy señalan y destacan los propios poetas
españoles) es casi increíble tal pobreza de recepción crítica.
Lo que aparece
como incuestionable es el gran aprecio que Huidobro sentía hacia España y hacia
muchos de sus artistas y escritores, aunque no recibiera un reconocimiento
abierto, el poeta chileno expresará siempre su admiración y afecto. La
siguiente ocasión en que regrese a la península - en medio de la guerra civil -
lo explicitará tanto en sus poemas como en diversos artículos y discursos.
El viaje
de 1936 - 1937: Guerra civil y Congreso de Escritores
Antifascistas
Inaugurada la Segunda
República española el 14 de abril de 1931 (sólo un par de meses después que
Huidobro regresara a París) los enfrentamientos entre diferentes posturas
ideológicas no tardarían en hacerse presentes. Luego de gobiernos inestables y
una polarización cada vez más extrema, en 1936 estalla la guerra civil
comprometiendo a un número impresionante de intelectuales y artistas en favor
de la causa republicana. Huidobro, quien había ingresado a las filas comunistas
en esa misma década (y a las que renunciaría poco más tarde, con una gran
desilusión motivada por el increíble pacto germano- soviético firmado por
Ribentropp y Molotov en 1939) no deja de conmoverse por la tragedia española y
declara muy enfáticamente su adhesión al bando republicano, viajando desde
Chile hasta la península en 1936, el mismo año en que se inicia la contienda 27
Su
participación en la guerra es muy similar a la de un gran número de poetas
españoles e hispanoamericanos: discursos políticos, entrevistas, declaraciones
a la prensa, lecturas de poemas, etc.28 .
Incluso arenga a las tropas nacionalistas desde un coche blindado, mediante un
altavoz, en los frentes de Madrid y Aragón instándoles a desertar del bando
rebelde para “pasarse” al republicano (muchos escritores como Rafael Alberti,
Miguel Hernández y hasta Antonio Machado, realizarían una labor similar en
distintas radios leales). Su pasión se desborda por lo que considera una
traición terrible a la voluntad del pueblo. La mayor parte de sus declaraciones
subraya este punto agregando, en ocasiones, la necesidad que el continente
americano y europeo se comprometan a salvaguardar la integridad de la República
y sus conquistas políticas y sociales.
1937
se inicia para Huidobro con el recrudecimiento de las antiguas rencillas
mantenidas con Pablo Neruda. Diferentes cartas firmadas a favor y en contra de
ambos chilenos enconan aún más las posiciones. El asunto intenta zanjarse más
tarde con otra misiva dirigida a Neruda y a Huidobro y firmada por un número considerable
de intelectuales europeos y latinoamericanos. En esta se les solicita que
depongan sus diferencias en pos de la causa común que los une, la defensa de la
República española 29 .
Este
año será el último en que Huidobro visite España. Sin saber que se trata de una
despedida, asiste como representante de Chile al II Congreso Internacional de
Escritores para la Defensa de la Cultura (celebrado en Valencia, Madrid y
París, sucesivamente). Allí se reúne con antiguos amigos y conoce a otros con quien
luego constituirá estrechas relaciones (el caso de André Malraux, por ejemplo).
Sirve de corresponsal para algunos periódicos chilenos como “Frente Popular” y
“La Opinión” de Santiago 30 y
escribe algunos poemas alusivos al conflicto que publica, junto a artículos, en
revistas tan importantes como “El Mono azul” y “Hora de España”.
De
regreso a Chile, continuará su labor de respaldo a la República, denunciando la
intervención italiana en España de algunos aviadores que están en gira por
Sud-América a través de su poema “Fuera de aquí”31
(publicado en el diario “La Opinión” y que le cuesta una agresión física en la
puerta de su casa por parte de simpatizantes de Mussolini). Igualmente,
proyecta editar un libro titulado Salud,
que nunca fue publicado, con entrevistas a figuras relevantes de la
República (Miaja, “la
Pasionaria”, Líster, Lluis Companys, “El Campesino”, etc.) y algunos de los
escritores integrantes de las “Brigadas Internacionales”.
Es
posible afirmar que el compromiso de Huidobro por España sólo es comparable al
que meses más tarde de terminada la guerra civil lo vinculen con la defensa de
Francia y de Europa de las agresiones nazis y fascistas.
Como conclusión a estas páginas dedicadas a la relación del poeta chileno con sus viajes y estadías en España, es menester subrayar el papel determinante de Huidobro en el necesario agiornamento de los escritores peninsulares con sus colegas europeos. Los estímulos y el ejemplo del autor de Altazor son incuestionables a la hora de realizar un balance justo del desarrollo de la vanguardia española. Por último, su compromiso con las reformas sociales de la II República española y su defensa incansable por la supervivencia de lo que ésta representaba deben hacer meditar en torno a la idea del poeta de la indispensable ligazón de la península con el resto de Europa. Luego de muchos años de aislamiento, tanto los intelectuales y artistas españoles como los políticos y la gran mayoría de su población llegarían por fin a una conclusión similar.
[1]Asunto que ya puede darse por finalizado con diversos estudios que han
privilegiado el valor estético de su obra más que los supuestos protagonismos
estériles que solo contribuyeron históricamente a una pobre recepción de su
obra. Entre los trabajos que han valorado el aporte decisivo de Huidobro, es
necesario mencionar a Gloria Videla (El
ultraísmo. Estudios sobre movimientos de vanguardia en España. Editorial
Gredos. Madrid, 1963), a José Luis Bernal (editor) con su recopilación Gerardo Diego y la vanguardia hispánica (Universidad de Extremadura. Cáceres,
1993) y a Juan Jacobo Bajarlía (Orígenes
creacionistas del ultraísmo: los plagios de Guillermo de Torre a Vicente
Huidobro. Revista “Aérea”, N. 1. Santiago de Chile - Buenos Aires, 1997),
fuera de los testimonios directos de Gerardo Diego (Poesía y Creacionismo de Vicente Huidobro, en “Cuadernos Hispanoamericanos”, LXXIV, N. 222 (junio)
Madrid, 1968; Del modernismo al ultra, al creacionismo y al grupo poético
del 27, en Crítica y Poesía.
Ediciones Júcar. Madrid, 1984), Rafael Cansinos - Asséns (Un gran poeta chileno: Vicente Huidobro y el Creacionismo, en
“Cosmópolis”, Madrid, 1 de enero de 1919), entre otros. Por otra parte, entre
aquellos que han desestimado los aportes del chileno hay que mencionar a
Guillermo De Torre (Literaturas europeas
de vanguardia. Editorial Cago Raggio. Madrid, 1925; La polémica del creacionismo. Huidobro y Reverdy. En “Ficción”,
Nos. 35-37 (enero - junio) Buenos Aires, 1962; Historia de las literaturas
de vanguardia. Editorial Guadarrama. Madrid, 1965) o las diversas proclamas
de autonomía de los propios ultraístas, donde destaca la de José Rivas Panedas (Protesto en nombre de Ultra, en “Cervantes”, septiembre de 1919. Citado por Gloria
Videla en El Ultraísmo. Op.
Cit.), señalando las fuentes principales
4 Cansinos Asséns, Rafael. La
nueva literatura. Tomo III. Madrid, 1927, pp. 195-197.
5 Cansinos Asséns, Rafael. Un gran poeta chileno: Vicente Huidobro y el
Creacionismo. Op. Cit.
7 Asunto que queda refrendado con los
diversos juicios emitidos por académicos españoles como Juan Manuel Díaz de
Guereñu y Francisco Javier Díez de Revenga. Este último apunta que el ultraísmo
“(…) no llegó a desprenderse de un tono jovial y a veces sarcástico o
caricaturesco, que tenía mucho que ver, desde luego, con su relación con la
greguería ramoniana. La intrascendencia de muchas de estas configuraciones
poéticas, la búsqueda de la sorpresa, el aire de juego que llegaron a tener
muchos de estos experimentos, definen en cierto modo al ultraísmo, y lo
distinguen de otras experiencias que partieron de un punto de salida más serio
y comprometido, como lo fue en todo momento el creacionismo, en el que el aire
de juego desaparece en su totalidad. (…)”. En Díaz de Revenga, Francisco
Javier. Introducción Crítica a Poesía española de vanguardia. Editorial
Castalia. Madrid, 1995., p. 17.
8 En carta escrita a Gerardo Diego el
29 de enero de 1922, Huidobro describe minuciosamente los puntos que lo separan
del movimiento español: “(…) Espero que usted ha comprendido bien después de
conocerme las razones por las cuales yo no podré nunca tomar en serio el
ultraísmo pues nada detesto más que los elementos esenciales que lo
constituyen: lo pintoresco, la fantasía y el dinamismo de maquinaria. Todo,
falsa modernidad, lado externo y no interno. Trompe l’oeil, engaña ojos, para niños nerviosos y vírgenes necias.
Tropicalismo meridional representado en Europa ayer por Italia y hoy por España
= Futuristas y ultraístas y éstos todavía hijos espúreos, inferiores a aquellos
(…)”. Reproducido de la Revista “Poesía”. Nos. 30, 31 y 32. Ministerio de
Cultura de España. Madrid, 1989.
9 Diego, Gerardo. Poesía y Creacionismo de Vicente Huidobro. En su libro Crítica y poesía. Op. Cit., pp. 302-303.
10 Entre los libros que hay que
destacar de la línea creacionista de Gerardo Diego, merecen especial atención: Imagen
(1922), Manual de Espumas
(1924), Fábula de Equis y Zeda
(1932), Biografía Incompleta (1967), Biografía continuada (1972) y la
recopilación de toda su obra vanguardista en el volumen Poesía de Creación (Editorial Seix-Barral. Barcelona, 1974). Un
análisis extenso sobre las particularidades creacionistas de estos libros (y
los aportes de Diego) se encuentra recogido en mi tesis doctoral Vicente Huidobro y la poesía española
contemporánea (Gerardo Diego y Juan
Larrea). Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona, 1988.
11 Bary, David. Nuevos estudios sobre Huidobro y Larrea. Editorial Pretextos.
Valencia, 1984. Capítulo I “Huidobro y Larrea: relaciones personales e
intelectuales”, p. 13.
12 Bary, David. Op. Cit., p. 13
13 El
propio Larrea, en carta del 7 de diciembre de 1973, al Profesor Robert E.
Gurney, señala la conexión indesmentible de ambos poemas: “(…) En junio (1919)
viajé a Madrid como solía hacerlo todos los años. Adquirí Poemas árticos, y por intervención epistolar de Gerardo Diego,
visité a Cansinos-Asséns, no en su tertulia literaria del Café Colonial sino en
la redacción de “La Correspondencia” Me prestó los restantes libros de Huidobro
que copié a mano, siendo Ecuatorial
el que me causó impresión más fuerte y duradera. Lo delata mi Cosmopolitano, relativo a una inesperada
ciudad cósmica no ajena a la infinita ausencia de mi amada (…)”. En Gurney,
Robert E. La poesía de Juan Larrea.
Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco. Bilbao, 1985.
13
Para completar una visión más acabada sobre la poesía de Larrea es
indispensable mencionar dos libros que han venido a enriquecer el panorama
sobre esta obra: en primer lugar, de Robert Gurney La poesía de Juan Larrea.
Op. Cit. y también, la recopilación de ponencias de las Primeras Jornadas Internacionales Juan Larrea organizadas en San
Sebastián en 1984 y recogidas en forma de libro por Juan Manuel Díaz de
Guereñu, Al amor de Larrea. Editorial
Pre-Textos. Valencia, 1985.
14
Huidobro, Vicente. Poemas árticos.
Imprenta Pueyo. Madrid, 1918, sin foliar, 25x32 cts. Ecuatorial. Imprenta
Pueyo. Madrid, 1918, sin foliar, 19x26 cts. Tour
Eiffel. Imprenta Pueyo. Madrid, 1918, sin foliar, 25x32 cts. Hallalí. Ediciones Jesús López. Madrid,
1918, sin foliar, 25x32 cts.
15 Las traducciones de Cansinos fueron recogidas
en los números de agosto (Hallalí) y
septiembre (Tour Eiffel) de 1919.
16 La
entrevista de Enrique Gómez Carrillo se publica en “El Liberal” de Madrid el 30
de junio de 1920. A partir de esa fecha se tejerán distintas historias en torno
a la antedatación y un sinnúmero de argumentos a favor y en contra que quedarán
debidamente esclarecidos por René de Costa y Richard L. Admussen en el artículo
Huidobro, Reverdy y la edición príncipe
de “El espejo de agua”,
(publicado originalmente en inglés en “Comparative Literature”, XXIV, 2 Eugene,
1972 y reproducido en Vicente Huidobro y
el creacionismo (René de Costa, editor). Editorial Taurus. Madrid, 1975),
donde se demuestra la existencia de un ejemplar facilitado por el poeta chileno
Braulio Arenas, recopilador de las primeras Obras
Completas (1964) de Huidobro (en las que aseguraba poseer esa primera
edición). Más tarde, De Costa reforzaría su aseveración con la edición
facsimilar del libro en un encarte de la revista “Peñalabra”, IV, 12,
Torrelavega, España, 1974 (acompañada de una Nota bibliográfica a la edición facsímil de “El espejo de agua”,
luego reproducida en el libro del propio De Costa En pos de Huidobro. Editorial
Universitaria. Santiago de Chile, 1980). Como corolario a esta tan larga
polémica, René de Costa insiste en su demostración en el reciente artículo Punto y aparte a una absurda polémica, en “Texturas”, N. 8. Vitoria, 1998.
17
“(…) En cuanto al segundo punto, la influencia del ismo huidobreano,
cualquier observador objetivo del panorama literario en España hacia 1920
deberá reconocer que fue muy escasa, al contrario de lo que opinan sin
fundamento, sin datos probatorios, quienes pretenden hacer derivar todo de ahí.
En primer término, por el motivo poderoso de que los libros del chileno,
impresos en ediciones privadas, a cuenta del autor, circularon de modo limitadísimo,
únicamente entre las personas a quien él se los entregó. De suerte que un
influjo más ancho sólo hubiera podido producirse por capilaridad, o bien -según
de hecho sucedió- de modo lateral, indirecto, a través de transcripciones y
conversaciones; en último extremo, la difusión debióse en buena parte al
revuelo suscitado por la aludida polémica.
En cualquier caso, tanto el conocimiento como el influjo de Huidobro quedaron
diluidos, como uno más, entre otros que planeaban al comienzo del decenio de
1920 (…)”. De Torre, Guillermo. Historia
de las literaturas de vanguardia. Volumen II. Editorial Guadarrama. Madrid,
1974 (Tercera Edición), pp. 208-209. El subrayado es mío.
18
Rivas Panedas, José. Protesto en nombre de Ultra. Op.
Cit., p. 105.
19
Rivas Panedas, José. Op. Cit.
20
Conviene recordar el texto de una carta de Huidobro a Gerardo Diego donde el
chileno señala: “(…) Sólo una esperanza nos queda: la España del Mañana. La
España de hoy, exceptuando a Ud. y dos o tres nombres más se hundirá en el
ridículo más profundo (…) Espero que Ud. ha comprendido bien después de
conocerme las razones por las cuales yo no podré nunca tomar en serio el
ultraísmo, pues nada detesto más que los elementos esenciales que lo
constituyen: lo pintoresco, la fantasía y el dinamismo de maquinaria. Toda
falsa modernidad, lado externo y no interior (…) Futuristas y ultraístas y
estos todavía hijos espurios, inferiores a aquellos (…)”. Publicada en el
diario “El Mercurio”, Suplemento “Artes y Letras” bajo el título Dos cartas a Gerardo Diego y un poema inédito de Vicente Huidobro. Santiago de
Chile, 7 de diciembre de 1986.
21 El
siguiente número aparecerá en París en noviembre de ese mismo año, bajo el
nombre de “Création, Revue d’Art”.
22
Conservados en el Archivo de la Fundación Vicente Huidobro de Santiago de Chile
y publicados en la Revista “Poesía” Nos. 30-31 y 32. “Número Monográfico
dedicado a Vicente Huidobro” (René de Costa Editor). Ministerio de Cultura de
España. Madrid, 1989, p.158.
23 En
1929 se ha publicado, con ilustraciones de Santiago Ontañón y por una
importante casa editorial (CIAP, Compañía Iberoamericana de Publicaciones) su
extraordinaria novela Mío Cid Campeador.
24
Huidobro, Vicente. Altazor o el viaje en
paracaídas. Compañía Iberoamericana de publicaciones CIAP. Madrid, 1931.
111 páginas, 16x22 cts. Temblor de cielo.
Editorial Plutarco. Madrid, 1931. 80 páginas, 13x18 cts.
25
González-Ruano, César. Poesía y Verdad.
Vicente Huidobro, el que trajo las gallinas. En “El Heraldo de Madrid”, 6
de enero de 1931. En este curioso artículo (escrito en un tono de humor
poético, si cabe), Huidobro menciona a Juan Larrea y Gerardo Diego como los
grandes poetas del momento en España, señalando su desconocimiento en torno a
la obra de Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca y Rafael
Alberti. Al mismo tiempo señala su precocidad en la escritura, fechando el año
1913 (y el libro Canciones en la noche)
como prueba documental indiscutible de su escritura de caligramas anterior a la
de Apollinaire y Marinetti.
26
Destacan entre los asistentes: Pedro Sainz Rodríguez, Juan Chabás, Santiago
Ontañón, el diplomático chileno Carlos Morla Lynch y Federico García Lorca,
quien leería unos versos escritos en homenaje a Huidobro para la ocasión:
Una abeja me ha contado
desleída en dulce miel
que te vas de nuestro lado
hacia la torre de Eiffel
Y yo que siempre te admiro
Vicente Balart poeta
recibí en mi
pecho un tiro
de saeta
Porque la poesía española
ya no te puede olvidar
Pues sin ti se queda sola
Abeja en seca amapola
sin néctar en que libar
Ya se va, dice la gente
todos dicen ya se va
Yo pregunto dulcemente
la mano sobre
la frente
¿volverá? ¿o no volverá?
Que estos poetas queridos
Carolina y Asunción
llevan la miel en sus vidas
lo amargo en el
corazón.
Por eso guarda Vicente
la fresca rosa mejor
que te ofrece humildemente
Federico Conpreamor (sic).
Vid. Revista
“Poesía”. Op. Cit., p. 306.
27
Existe una interesante cantidad de recortes de periódicos, que se conservan en
el archivo de la Fundación Vicente Huidobro de Santiago de Chile, donde queda
reflejado el interés de la prensa por la adhesión del poeta chileno a la causa
antifascista.
28 Es
importante señalar que Huidobro ya había mostrado un vivo interés por apoyar a
la República española. Ese mismo año, en Chile, organiza a los intelectuales de
su país que solidarizan con la Madre Patria en torno al folleto publicado en
Santiago, en noviembre, Escritores y
Artistas Chilenos a la España Popular, donde se incluye su poema “Está
sangrando España”.
29 La
carta, enviada a ambos por la Asociación Internacional de Escritores para la
Defensa de la Cultura y fechada en París el 1 de mayo de 1937, les conmina a
“deponer su actitud en favor de la causa común” y está firmada, entre otros,
por escritores de la talla de Tristán Tzara, Alejo Carpentier, César Vallejo,
José Bergamín, Juan Larrea, etc. El resultado de esta gestión puede comprobarse
por la concurrencia de Huidobro y Neruda al histórico II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura,
celebrado en Valencia en 1937, donde también asistieron César Vallejo, André
Malraux, Raúl González Tuñón, Tristán Tzara, Ilya Ehrenburg, Antonio Machado,
Stephen Spender, Octavio Paz, Rafael Alberti, Nicolás Guillén y un largo
etcétera. Vid. Aznar Soler, Manuel y Schneider, Luis Mario. II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (1937). Actas, Ponencias, Documentos y
Testimonios. Vol. III.
Generalitat Valenciana, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència. Valencia,
1987. La historia de las diferencias entre Huidobro y Neruda se remonta a 1934,
cuando Huidobro acusa a Neruda de plagiar a Tagore en sus Veinte poemas de amor y una
canción desesperada. Esta y otras polémicas, sin duda alguna, más que
enfrentar a los propios poetas, enardecía los ánimos de sus seguidores, quienes
contribuían con sus comentarios a que la relación Neruda - Huidobro fuera
irreconciliable. El asunto se complica aún más en 1935, cuando la mayoría de
los poetas del 27 (y otros del 36) firmen un “Homenaje a Pablo Neruda”.
Huidobro resentirá el golpe grandemente. Entre los firmantes destacan Alberti,
Aleixandre, Altolaguirre, Cernuda, Diego, Felipe, García Lorca, Guillén,
Salinas, Hernández, Panero, Rosales y Serrano Plaja. Juan Larrea y Juan Ramón Jiménez
se niegan a rubricar la declaración; Gerardo Diego lo hace a condición que no
haya una referencia explícita en contra del autor de Altazor.
30 Son
numerosos los textos remitidos a Chile. Cabe destacar Conducta ejemplar del pueblo español (“La Opinión”, 21-7-36), Mensaje a la juventud americana (“Frente
Popular”, 9-7-37) y el polémico La tragedia de Marañón (“La Opinión”,
25-3-37).
31
Este y otros poemas relativos a la guerra civil española, constituyen - como
queda explicitado en esta edición de sus Poesías
Completas - el corpus de sus Últimos poemas (Edición Póstuma.
Talleres Gráficos Ahués Hnos. Santiago de Chile, 1948). Extrañamente, no fueron
incluidos en la mencionada edición póstuma realizada por su hija y depositaria,
Manuela Huidobro de Yrarrázaval.
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