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domingo, 16 de junio de 2013

"CENOTAFIO" DE JAIME SILES, RESEÑA DE PATRICIO HENRÍQUEZ LORCA








REVISTA CHILENA de Literatura
Abril 2013. Número 83, 253-256


IV. RESEÑAS


Jaime Siles, Cenotafio. Madrid: Editorial Cátedra, 2011. 417 páginas


Cenotafio es, hasta ahora, la última y más completa antología de la vasta obra de Jaime
Siles (Valencia, 1951), laureada figura de la poesía española 1, autor fundamental de la
segunda mitad del siglo XX y de comienzos del siglo XXI. Es considerado perteneciente a
los últimos vates de la Generación de los Novísimos (cuya producción literaria corresponde
fundamentalmente a la década de los 70)2 junto a poetas relevantes como Luis Alberto
Cuenca y Luis Antonio de Villena, y que continúa su creación lírica en las Generaciones
post-modernistas (que nacen en los años 80 y llegan hasta nuestros días).

El título de este libro remite etimológicamente a “sepulcro vacío”, y según el diccionario
de la RAE significa: “monumento funerario en el cual no está el cadáver del personaje
a quien se dedica”. Por lo cual, se evidencia que la finitud de la vida, la búsqueda de un
más allá de ésta y el vacío son motivos centrales que se funden en esta obra.
La antología se divide en dos secciones. La primera parte de Cenotafio es de bastante
ayuda para el lector, pues presenta un exhaustivo ensayo sobre la lírica silesiana y sus
transformaciones a través del tiempo, a cargo de filólogo y poeta Sergio Arlandis. La
segunda parte es la antología propiamente tal y en ella no se puede dejar de mencionar
el hecho de que se ha colocado en el inicio de cada sección, que corresponde a cada
libro incluido, junto al título correspondiente, la(s) fecha(s) o en que estos poemarios
fueron escritos, más el epígrafe(s) que cada uno de éstos originalmente presenta(n) en
su comienzo.

Este recorrido se inicia con tres poemas de su primer libro Génesis de la luz (1969),
en éstos se muestra un tanteo y un primer descubrimiento del origen de la vida y de la
creación literaria, hermoso y brutal a la vez, y simbolizado fundamentalmente en el
motivo de la luz, uno de los temas centrales de la poética de Siles.

De Biografía Sola (1970) se recogen tres textos que, en general, presentan un tono un
poco más confesional y que buscan lo primordial de la identidad del hablante, es decir,
ese “hondo oculto” en palabras del autor, dentro del sujeto lírico.

De Canon (1969-1973) se han elegido siete poemas que continúan vehementemente
esta búsqueda metafísica, ya sea por la sublimidad, aunque sea pasajera y finalmente
aciaga, que produce el encuentro erótico; o bien a través de la música. El cénit de estas
secciones es el breve y preciso “Obertura y silencio”, que funde las dos corrientes aludidas.
De Alegoría (1973-1977) se han extraído cuatro textos que intensamente presentan
interrogantes acerca de qué es el hombre, el pensamiento, si existe o no algo de la
persona que sobreviva a la muerte. Asimismo es una meditación profunda sobre la poesía
misma. Se destaca “Parménides”, poema que es el diálogo de Parménides con el Ser, la
Identidad y dos coros.

De Música de Agua (1978-1981), uno de los libros más conocidos de Jaime Siles,
se han incluido en esta antología trece poemas que reflexionan profundamente sobre la
poesía y la palabra misma (literaria o no, escrita o verbal), cavilación compleja y pesimista
(pues queda únicamente el silencio) que ahora pasa a primer plano. Es digno de destacar
que en varios de estas obras líricas se usa libremente la disposición tipográfica, recurso
típico de las vanguardias literarias. Es especialmente representativo “Página”:

(…) “Página
de la realidad
que, con sus letras,
otro lenguaje
para nada
forma”.

El autor valenciano ha utilizado hasta este último libro diversas estrofas y versos en su
extensión, y todos los textos recabados hasta esta este título presentan una rima libre
o blanca.

Un extraordinario cambio se presenta en los doce notables poemas escogidos de
Columnae (1982-1986), ya que hay una respuesta esperanzadora (pero no totalmente)
al pesimismo de Música de agua, como escribe Siles en “Hortus conclusus”:
(…)“vacío de la voz que, muda, canta”(…)
Es decir, siempre queda una certeza: el sonido, y este descubrimiento marca un punto
de inflexión en su creación lírica, expresado en “Dos ventanas”:

(…) “Mira, memoria, mira. La ventana
no es espuma, no es mar, no es oleaje:
Reseñas 255
es arena, es lava, es el lenguaje
lo que veo volver por la ventana”

A causa de lo anterior, se funden forma y contenido, pues varios textos son coplas, liras
y sonetos, estructuras que emparentan desde este momento al autor con la Lírica de los
Siglos de Oro y con la relectura que hacen de la misma los poetas de la Generación del
27. Sobresale “Música extremada” (clara referencia a la “Oda a Salinas” de Fray Luis
de León), clímax de esta sección.

Desde este libro en adelante, habrá un cierto predominio de la rima consonante, pero
el verso libre volverá a aparecer después. Por otra parte, habrá una alternancia en el uso
de estructuras métricas clásicas con otras más contemporáneas y libres.
En las obras líricas recopiladas de Poemas al revés (1986) y El Gliptodonte y otras
canciones para niños malos (1987) se observa continuidad respecto de Columnae, existiendo
en el primero más intensamente una reflexión metalingüística y en el segundo, una mayor
meditación por la identidad del ser humano con una apertura al universo infantil, mundo
pocas veces tratado en la poesía española, salvo ejemplos notables como algunas obras
de Federico García Lorca, Gloria Fuentes y Juan Agustín Goytisolo.

En los diez poemas seleccionados de Semáforos, semáforos (1987-1990) hay un
quiebre muy fuerte en plano del contenido con respecto a todos los anteriores libros. Las ya
mencionadas temáticas que obsesionan al autor están, pero en un plano más secundario y
más concreto, porque es lírica que recuerda experiencias pasadas (amores, lugares, viajes,
etc.) con una profunda melancolía y que además integra elementos cotidianos (cajas de
fósforos, discos de vinilo, etc.). Todos estos textos entre la tradición y la vanguardia4.
Se destaca el notable soneto “Ulises y las sirenas (Versión libre y modernizada)”, buena
muestra de lo que es este poemario:

“Atraído hacía un bar por las canciones
que una sirena en top-less y miniada” (…)

En las once obras líricas recogidas de Himnos tardíos (1999) hay un regreso a la escritura
más reflexiva y metapoética, pero ya no como antes, pues se nos presenta a un sujeto
lírico maduro, solitario, y, en especial, decepcionado, porque durante buena parte de su
existencia creyó que la vida era un sistema ordenado, aunque imperfecto y con algo de
sentido, sin embargo, ya en su madurez descubre que ésta es todo lo contrario, como lo
expresa “De vita philologica”:

(…)“Vivir consiste sólo en sucederse,
como un anfibio, en las aguas de un yo terco y fugaz
que se confunde solo con su costumbre”.

En los diecisiete textos elegidos de Pasos en la nieve (2004) hay varios estilos que se
conjugan, sin embargo, en todos ellos se hará evidente que ya no hay vuelta atrás después
de descubrir en Himnos tardíos la realidad sin sentido alguno. Aquí hay una luctuosa
resignación e inmenso dolor existencial, muy bien representado en “Momentos bajos”:

(…) “He perdido y lo sé, y acepto el tiempo
sin sentido ni fin que está delante” (…)

En los cuatro poemas recabados de Colección de tapices (2008) continúa el pesar del
libro anterior, una tristeza inexorable, en la que se destaca el notable soneto “Escolio a
Píndaro, Pythia, III, 109-110”, brutal y con un final intensamente irónico.

En los textos extraídos de Actos de habla (2009) y Desnudos y acuarelas (2009) las
diferencias son más bien de carácter formal, pues en el aspecto del contenido las dos
secciones hablan de lo mismo: está ese hablante lírico ya casi cadáver que está resignado
al vacío, a la falta total de la trascendencia. Un excelente ejemplo de esta oscuridad está
en “Hacia la flor perpetua”.

Visitar este denso y gigantesco “mausoleo”, paradójicamente de un poeta vivo y
vigente, significa caminar a través de él con sigilo y agudeza, pero con la certeza de que
la visita será inolvidable y enriquecedora. Cenotafio es una de las mejores alternativas
de conocer una de las voces fundamentales de la poesía española contemporánea, la
que en buena medida ha sido injusta y generalmente desconocida en Hispanoamérica
y que debe visitarse y revisitarse para poseer una visión más integral de la lírica actual
escrita en castellano.


Patricio Henríquez
Universidad de Chile
lopedevega81@gmail.com

NOTAS:

1. El poeta recibió el Premio Ocnos por Canon en 1973. Posteriormente, obtiene el Galardón de la Fundación Loewe por Semáforos, semáforos en 1989 y gana el Premio Internacional Generación del 27 por Himnos tardíos en 1998.

2 .Tusón, Vicente. La poesía española de nuestro tiempo. Madrid: Ed. Anaya, 1990.P. 73. Tusón en este libro además da a conocer que esta generación, cuya figura central esPere Gimferrer, vive los últimos años de la dictadura de Francisco Franco y la transición a la democracia (p. 62). Asimismo señala que en los Novísimos se dieron diversas corrientes
poéticas, y en dos de éstas es clave la figura de Jaime Siles: Clasicismo - “entronque con tradiciones poéticas, aunque sin renunciar a un lenguaje muy actual. Así hay una poesía que se nutre de la tradición grecolatina” –y Minimalismo– “que se plasma en el gusto por el poema breve, denso, reducido a la esencia poética o conceptual” (p. 75).

3. Ibíd., pp. 84-85. Tusón afirma que el Minimalismo es muy cultivado por autores de esta generación, y en consecuencia, la influencia de Siles es muy importante, en especial, en dos poetas: Andrés Sánchez Robayna y Julia Castillo. 254 Revista Chilena de Literatura Nº 83, 2013.

4. Octavio Paz señaló en la entrega del premio Loewe que este libro merece su filiación con la lírica más destacada de Luis de Góngora y Argote y la Fábula de Equis y Zeda de Gerardo Diego.256 Revista Chilena de Literatura Nº 83, 2013.

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