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domingo, 13 de marzo de 2011

"LA SOLEDAD PRIMERA VISTA COMO UNA OBRA DE LARGO ALIENTO DE AGUDEZA COMPUESTA" POR EVIRA CETRARO







“Caso que fuera error, me holgara de haber dado principio a algo;
pues es mayor gloria empezar una acción que consumarla”
(Góngora)

“Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros”
(Baltasar Gracián)


Desde la perspectiva de Baltasar Gracián, las Soledades son una obra de agudeza compuesta[1], ya que por ser ‘de largo aliento’, contienen gran variedad de temas y revolucionan la forma poética del romance, agregándole un desarrollo narrativo en contraste a las églogas piscatorias insertas en el poema. Según el Discurso LV, “la semejanza es el fundamento de toda la invención fingida, y la translación de lo mentido a lo verdadero es el alma desta agudeza; propónese la fábula, emblema o alegoría, y aplícase por la ajustada conveniencia”[2] 
Sin embargo, Góngora destacó por su agudeza de improporción y disonancia, Discurso V de Baltasar Gracián, según el cual: “Es la improporción el otro extremo en este modo de agudeza, contraria a la pasada, pero no desigual, porque de los opuestos suele ser émula la perfección. Fórmase por artificio contrapuesto a la proporción”[3] 
Aparte del Agudeza y arte de ingenio, que si bien es una excelente antología de poesía conceptista y culterana, contiene muy poco sobre las Soledades, contamos con otras fuentes poéticas para reforzar nuestro análisis, provistas por el mismo Góngora. La primera de ellas es la Carta en respuesta que escribió Góngora para defenderse de la Carta de un amigo, supuestamente escrita por Lope de Vega, que critica a Góngora, entre otros, de haber incurrido en el pecado de Babel. Como dice Gracián en el epígrafe de este ensayo: “Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros”. La Carta en respuesta “es el único documento importante que conocemos en que Góngora habla en voz propia de su producción estética; de allí su valor como una suerte de poética menor de las Soledades y de la ‘nueva manera’ gongorista.”[4] Además, contamos con un soneto adjunto a dicha carta, dirigido con los críticos de las Soledades, que puede verse como una suerte de arte poética.

Restituye a tu modo honor divino
amiga Soledad, el pie sagrado,
que captiva lisonja es del poblado,
en hierros breve pájaro ladino.

Prudente cónsul, de las selvas dino
de impedimentos busca desatado
tu claustro verde, en valle profanado
de fiera menos que de peregrino.

¡Cuán dulcemente de la encina vieja
tórtola viuda al mismo bosque incierto
apacibles desvíos aconseja!

Endeche siempre amado esposo muerto
con voz doliente, que tan sorda queja
tiene la soledad como el desierto.

En el soneto, “Góngora presenta su poema como un pájaro cantor que, preso en una jaula de envidia y conspiración tramada en la Corte-Ciudad (Madrid), busca su libertad en la soledad andaluza”[5]. Además, anticipa la figura del peregrino, que será el protagonista de las Soledades. Pero, ¿quién es el peregrino? Por una parte, desde luego, es Góngora; por otra, el lector a quien se dirige el poema. Su carácter lo obliga a actuar como en la convención épica, más allá de la tentación de quedarse en el idilio perifrástico. Es semejante a los amantes enajenados y separados de la novela bizantina que salen del desorden y de la “soledad confusa” de la selva y las islas desiertas hacia un reencuentro en una apoteosis urbana y política. El “protagonista misterioso, un espectador neutral cuya interioridad nos escapa; es el ojo y la inteligencia del poeta, el cual, por la interposición de un mito, explora el universo, se adelanta paso a paso en su obra y maneja la errante génesis de ésta”[6] El héroe épico y la índole de su búsqueda cumplen una función metonímica, ya que representan en un individuo específico los valores y el destino de una colectividad. El peregrino, sin embargo, es un héroe sentimental, una generalización de la psicología de la soledad y del narcisismo cuyo medio de acción adecuado es el idilio, el paisaje espiritual del género pastoril. Mientras que su enigma es la soledad y su incapacidad de formar parte de ninguna de las múltiples situaciones humanas que encuentra, su imperfección se debe parcialmente a su falta de acceso a la acción, o sea, el carácter pasivo de su destierro, que lo convierte en observador.  
En cuanto al estilo, desde la perspectiva de Octavio Paz[7], podemos decir que no les pertenece a los autores, sino a su tiempo; no obstante, Góngora trasciende el estilo barroco y a partir de las Soledades adquiere un estilo aliñado, “que tiene más de ingenio que de juicio, atiende a la frase relevante, al modo de decir florido. Fue Fénix dél, no tanto por primero, pues ya en el latín Apuleyo y en el español don Luis Carrillo lo platicaron, cuanto porque lo remontó a su mayor punto don Luis de Góngora, especialmente en su Polifemo y Soledades”[8]. De ahí el estilo culto o culterano del que habla Gracián en Ideas de hablar bien, Discurso LXII de Agudeza y arte de ingenio.  
Ahora bien, comencemos nuestro análisis de la Soledad I . Cabe resaltar que nuestras fuentes para el análisis de los tópicos y figuras literarias han sido los respectivos capítulos sobre la elocución de la Retórica de Aristóteles y de la Philosophia antigua poética de Alonso López Pinciano. Hemos dividido el poema en apartados. La división sugerida en la edición de Cátedra, que estamos utilizando para este ensayo, es la siguiente:

Ambas Soledades están divididas temáticamente en cuatro unidades escenográficas:
1)      una comunidad nómada de cabreros y cazadores que habitan en la sierra;
2)      una aldea campesina que parece ser el centro de una región de labranza, donde el peregrino presencia una boda;
3)      una isla cercana a la costa, donde vive una familia económicamente dependiente de la pesca, la artesanía y la horticultura;
4)      un núcleo feudal con su castillo, que sirve de escenario a la descripción de una expedición de cetrería.
que corresponden aproximadamente a la estructura temporal de cuatro días completos:
1)      la casi-Arcadia del albergue de los cabreros junto con las escenas montañesas del día siguiente
2)      los campos de labranza y la aldea de la boda en el valle al pie de las montañas
3)      el mundo riberino y piscatorio de los pescadores y el breve islote
4)      el castillo sobre el cerro que domina la ribera donde se lleva a cabo la halconería

Como por los límites de este ensayo de aplicación teórica no podemos explayarnos demasiado, sólo analizaremos la Dedicatoria al Duque de Béjar y los primeros dos días de la Soledad I, es decir los puntos 1) y 2) del esquema citado. Para nuestro propósito, hemos dividido el fragmento elegido en 3 apartados. El primero corresponde a la Dedicatoria (versos 1 a 37). El segundo, que va de los versos 1 a 175 de la Soledad I, corresponde al Naufragio (primer día), y el tercero abarca los versos 176 a 700 y en él acaecen los sucesos de la Anábasis (segundo día). 
En la Dedicatoria al Duque de Béjar, Góngora apela a la clase dirigente de España, pidiéndole: templa en sus ondas tu fatiga ardiente. El poema empieza inhibiendo la violencia en crescendo del partido de caza de Béjar y termina con el fatal acero de la halconería. En los primeros cuatro versos de la Dedicatoria, se introduce el tema del poema: se trata de una soledad confusa (soledad espiritual del poeta-peregrino, cuyos pasos se pierden en la “selva” de versos que forman la silva poética. 
¡Oh tú, que, de venablos impedido

Es la petición de elevación por la calidad de la invención artística de un hidalgo declasado a un grande. En el siglo XVII se decía impedido de y no impedido por. Venablos son lanzas para cazar osos y jabalíes y se asemejan a un mástil de madera con punta de acero (almenas de diamante)

bates lo montes, que, de nieve armados,
gigantes de cristal los teme el cielo

Alusión mitológica a la batalla de los Titanes, hijos de la tierra, que se rebelaron contra Júpiter, el dios del cielo

donde el cuerno del eco repetido,

donde el cuerno es la trompeta de los cazadores para que salieran las fieras, poniéndose delante,

muertas, pidiendo términos diformes
espumoso coral le dan al Tormes.

La sangre impide ver el delta del río, enrojeciéndolo todo (“purpurear la nieve”)

arrima a un fresno el freno –cuyo acero

El fresno es un árbol (fraximus) y el freno es la espada (fresnus), de allí el acero. El solícito montero es el cazador del monte, que colgaba sus trofeos en los rivales de las peñas, árboles tan duros como las rocas (roble, pino)

El verso 27 se inicia con un vocativo al Duque de Béjar, don Alonso Diego López de Zúñiga Sotomayor, pariente de los Medina Sidonia y Ayamonte, protectores de Góngora, a quien van dirigidas las Soledades (¡Oh, Duque esclarecido!), invitándolo a descansar en las ondas del Tormes.

déjate un rato hallar del pie acertado
que sus errantes pasos ha votado

El pie acertado es el pie del peregrino (de los versos) y los “errantes pasos” son de la dedicatoria. Este pie es previamente introducido como sagrado en el soneto (arte poética) adjunto al comienzo de este ensayo.  

A la Real cadena de tu escudo.
Honre suave, generoso nudo,
Libertad de Fortuna perseguida

Descripción de la situación de exilio, tanto del peregrino como del mismo Góngora, que intentan, a través de esta invención artística, dedicada al Duque de Béjar, encontrar reconciliación con el poder y apoyo. Lo que perdura en las Soledades es esa Libertad, de fortuna perseguida que construye Góngora al expresar las contradicciones más profundas en su propio ser y en el momento histórico que él vive como poeta

que a tu piedad Euterpe agradecida,
su canoro dará dulce instrumento,
cuando la Fama no su trompa al viento.

La trompa es el signo de la poesía épica, entonces Góngora es bastante ambicioso, porque pretende escribir un poema pastoril que supere la agudeza de la épica.“No necesitan tus acciones la sonora trompa de la Fama, pues cuando ella calle envidiosa, la voz dulce de mis canoros versos hará inmortal tu memoria” (Salcedo Coronel).  
El campo influye en la temática de las Soledades; reflejan un desengaño de la corte y del destino político de España, y a la vez un deseo de construir algo que pueda contraponer a una realidad política que ha llegado a ser opresiva.  
El peregrino aparece deliberadamente como un personaje sin señas, es decir, náufrago, y desdeñado sobre ausente. A lo largo de las Soledades recibe varios nombres: el peregrino, el joven, mísero extranjero, el caminante, el mancebo, el forastero, el huésped, extranjero errante, inconsiderado peregrino.  
En nuestro primer apartado, que consta de los primeros 175 versos, se narra lo acaecido durante el día del naufragio (primer día), cuando el peregrino llega a una playa y sigue una luz que lo conduce al albergue. “Esta primera unidad del poema alegoriza la transición del estado de la naturaleza (la tormenta) al estado de la cultura (el albergue), es decir de la confusión (la violación de Europa) a la cortesía primitiva de los cabreros”[9] El discurso es pastoril, de descanso. El tópico más recurrente en esta primera parte es el del Beatus ille, según el cual es dichoso aquel que huye del barullo de la ciudad para encontrar tranquilidad. 

El poema comienza en un atardecer (reconocible gracias a la presencia simultánea del sol y de la luna) del mes de abril (estación florida) cuando el sol entra en la constelación del Tauro, cuyos cuernos son una metáfora de la luna y cuyo cuerpo es el sol. En los primeros 14, la fábula transcurre del siguiente modo: El garzón de Ida es Ganimedes, el amor homosexual de Júpiter, que se convierte en águila para raptarlo. Arión es uno de las formas de llamar a nuestro poeta-peregrino, de cuyo padre, Polifemo, heredó el ingenio lírico. El gemido del peregrino es, como la lira de Arión, un dulce instrumento que solicita la ayuda de la diosa del Amor, Venus.”[10]  
Del siempre en la montaña opuesto pino
al enemigo Noto
piadoso miembro roto
breve tabla Delfín no fue pequeño

Hipérbaton, que en el orden corriente sería “Breve tabla (un pedazo del navío roto), piadoso miembro roto del pino siempre opuesto en la montaña al enemigo Noto (el Austro, o viento sur del Adriático), fue Delfín no pequeño. El Delfín (el uso de mayúsculas para ciertas categorías de sustantivos les da cierta resonancia alegórica) es el animal de Venus, que atraído por el canto de Arión, lo salvó, llevándolo a la playa más cercana. 

que una Libia de ondas su camino

Correspondencia típicamente gongorina: mar (exceso de agua) = desierto (escasez de agua), ambos extremos peligrosos para nuestro peregrino.

de secos juncos, de calientes plumas,
alga todo y espumas,

De secos juncos, de calientes plumas es uno de los versos más representativos del Discurso de la agudeza de improporción y disonancia, ya que aquí se busca la oposición entre extremos “de los opuestos [secos juncos / calientes plumas] suele ser émula la perfección. Fórmase por artificio contrapuesto a la proporción”[11].  
“Pluma-espuma”, rima muy repetida en el poema, constituye una especie de emblema lingüístico para Venus, hija de la espuma porque su nombre griego, Afrodita, significa aphrogeneia, “nacida de la espuma”. Mientras que Júpiter, el padre de Venus, encarna el poderío masculino, Venus representa la armonización de la naturaleza, el amor (Beatus ille); además, “ ‘pluma-espuma’ es también una metonimia por el poema mismo (acto de humanizar y suavizar la soledad del mísero peregrino): pluma = escritura / espuma = página blanca).”[12] 

Besa la arena, y de la rota nave
aquella parte poca
que le expuso en la playa dio a la roca;
que aun se dejan las peñas
lisonjëar de agradecidas señas.

Desnudo el joven, cuanto ya el vestido
Océano ha bebido,
restituir le hace a las arenas;
y al Sol lo extiende luego,
que lamiéndolo apenas
su dulce lengua de templado fuego,
lento lo embiste, y con suave estilo
la menor onda chupa al menor hilo. 

El peregrino, que ha sido objeto de las acciones verbales hasta este punto, comienza casi como en un rito el movimiento teológico de sus pasos. El sol “lame” (seca) su ropa porque es Júpiter-Taurus, el toro celestial.

entre espinas crepúsculos pisando

Mientras el peregrino escala, el Sol va caminando al ocaso, haciendo así confuso el paisaje. Como habíamos dicho antes, el poema comienza en el atardecer, cuando el Sol y la Luna se cruzan.

farol de una cabaña
que sobre el ferro está en aquel incierto
golfo de sombras anunciando el puerto

“Tomó don Luis de Góngora aquí la translación de la nave, que después de una tormenta en llegando arroja el ferro... Enciéndese en la gavia el farol, para que acudan los demás leños al puerto. Así la cabaña... en aquel mar de sombras” (Pellicer)

Rayos, les dice, ya que no de Leda
trémulos hijos, sed de mi fortuna
término luminoso.

“La breve luz promete un término (protección) porque es como el llamado fuego de Santelmo, el cual, en la superstición marítima, indicaba la presencia providencial de los gemelos Cástor y Pólux, hijos de Leda y Júpiter.”[13]

Piedra, indigna Tiara,
si tradición apócrifa no miente,
de animal tenebroso, cuya frente
carro es brillante de nocturno día

Tiara está escrito con mayúsculas en nuestra edición para darle solemnidad mítica a la imagen. En realidad puede tratarse de cualquier animal nocturno que tenga ojos brillantes. Bien podría tratarse de un búho, figura recurrente en la Soledad segunda, ya que es un animal “del día nocturno” con ojos capaces de ver con el “sol nocturno”, es decir, la Luna.

El can ya vigilante
convoca, despidiendo al caminante,
y la que desviada
luz poca pareció, tanta es vecina,
que yace en ella robusta encina,
mariposa en cenizas desatada.

“Llegando vio, que la que desde lejos le avia parecido breve esplendor, luz poca, era una robusta encina, que como la mariposa al fuego se estada haziendo ceniza” (Pellicer)

que a Vulcano tenían coronado

Vulcano es el dios del fuego y marido de Venus. Representa la domesticación de la naturaleza por el trabajo.

“¡Oh bienaventurado
albergue a cualquier hora,
templo de Pales, alquería de Flora!
No moderno artificio

Variación del tópico horaciano sobre la virtud de la vida pastoril: Beatus ille qui procul negotius (Locus amoenus pastoril). Pales es la diosa de los pastores y Flora, de los jardines. El lenguaje del encomio al albergue nos ha hecho tomar las Soledades por una sublimación del menosprecio de la corte y una alabanza de la aldea, o sea una crítica humanista y estética del urbanismo, la burocracia y el mercantilismo; es decir, todo lo que Góngora intuye en la expresión moderno artificio. “Lo primero que pondera de la cabaña es que no está labrada costosamente, ni para su fábrica los architectos hizieron diseños esquicios” (Pellicer). Es una serie de imágenes en que Góngora opone valores de uso (la medianía pastoril) a valores de lujo cortesano. El albergue es la antítesis del caos genético: un lugar abrigado, una comunidad y hospitalidad (Beatus ille): la imagen de la naturaleza al servicio de los proyectos y deseos humanos. Pero es también una sociedad primitiva. De allí su valor en el encomio en cuanto mundo inocente en contraposición al moderno artificio decadente del que huye el peregrino

“No en ti la ambición mora
hidrópica de viento,

como alguien que sufre de hidropesía; es decir, con sed (vanidad) insaciable, como Narciso.

el áspid es Gitano

“porque los Egypcios pintavan el Áspid para significar la envidia” (Pellicer)

Esfinge bachillera

La esfinge tiene cuerpo de perro, pies de león, alas y el rostro y la voz de mujer.

ni la que en salvas gasta impertinentes
la pólvora del tiempo más preciso
ceremonia profana

Hipérbaton que diría “Ni la ceremonia profana que en salvas (como las de artillería) impertinentes gasta la pólvora del tiempo más preciso. Se refiere a la ceremonia de los quehaceres cortesanos.”[14]

“Tus umbrales ignora
la adulación, Sirena
del de Rëales Palacios, cuya arena
besó ya tanto leño

“Toma alusión don Luis de los navíos que peligravan a la música de las Sirenas, adormecidos los pasajeros de su canto, esso es ser trofeos del sueño canoro besando la arena” (Pellicer)
  
No a la soberbia está aquí la mentira
dorándole los pies, en cuanto gira
la esfera de sus plumas,
ni de los rayos baja a las espumas
favor de cera alado.

Dorándole los pies al pavo real; es decir, adulando al poderoso, al privado, como en la Dedicatoria, mientras ostenta su poder creativo, “adulación que hace del cortesano un nuevo Ícaro, en ostentando sus propias ‘plumas’ corre el peligro de caer en un desastre.”[15]
Por otro lado, se repite el esquema de rima “plumas-espumas” ya mencionado.

No pues de aquella sierra, engendradora
más de fierezas que de cortesía

Los cabreros se caracterizan por una cortesía previamente mencionada que contradice la fiereza de las montañas circundantes.

con pecho igual de aquel candor primero

Los cabreros y su modo de vida recuerdan el mito de la Edad de Oro, cuando reinaba la igualdad y la generosidad (imagen del comunismo primitivo).

Limpio sayal, en vez de blanco lino

Se contrapone una tela y una copa de elaboración rústica al lino y adorno de las mesas aristocráticas. Según el Diccionario de la RAE, sayal es una “tela muy basta labrada de lana burda.”, entiéndase como mantel. El albergue es una sociedad definida económicamente por el pastoreo; es comunitario, carece de agricultura sedentaria, de la construcción de casas y pueblos; además, se trata de una sociedad masculina.

y en boj aunque rebelde, a quien el torno
forma elegante dio sin culto adorno,
leche que exprimir vió la Alba aquel día,
mientras perdían con ella
los blancos lilios de su Frente bella,
gruesa le dan y fría

Los cabreros que albergan al peregrino durante la primera noche tormentosa de su peregrinaje le ofrecen una taza de leche. Quizás esa taza de madera donde le sirvieron la leche sea la quintaesencia del albergue. El paisaje que se describirá en el resto de las Soledades se nos pinta semejante a dicha taza (el boj).

Del sabio Alcimedón invención rara.

Alcimedón es el inventor del vaso, en este caso, del boj.

El que de cabras fue dos veces ciento
esposo casi un lustro (cuyo diente
no perdonó a racimo, aun en la frente
de Baco, cuanto más en su sarmiento,
triunfador siempre de celosas lides,
lo coronó el Amor; mas rival tierno,
breve de barba y duro no de cuerno,
redimió con su muerte tantas vides),
servido ya en cecina,
purpúreos hilos es de grana fina.

Alegoría burlesca: “Se trata aquí de un juego puramente intelectual de relaciones percibidas entre la carne y el animal” (Leo Spitzer). Un lustro es un período de cinco años. Con un rival tierno se refiere a que un joven cabrón lo vence.

es, cuanto más despierto, más burlado.
De trompa militar no, o destemplado
Son de cajas fue el sueño interrumpido

Mientras que en la edad de oro ovidiana no sonaban las trompetas ni las espadas; en el albergue gongorino, en cambio, parecen seducir el paisaje.  

Durmió, y recuerda al fin cuando las aves

El sueño que tuvo el peregrino se confunde con el canto de los pájaros que anuncia el amanecer y el comienzo del segundo día (Anábasis) en el citado verso, y se prolongará hasta el 700. “Efecto característico de la construcción gongorina que siempre tiene a ‘disolver’ las unidades estructurales en un flujo diacrónico.”[16] El peregrino sale del albergue a meditar sobre un río y unas ruinas, símbolos del curso del tiempo. Se reúne con una procesión de serranos que se dirige a una boda. Uno de los serranos relata la historia de su participación en la Conquista (épica trágica en miniatura). Cuando llegan a la aldea, ven los fuegos artificiales y luego se van a descansar. 

un escollo, apacible galería,
que festivo teatro fue algún día
de cuantos pisan Faunos la montaña.
Llegó, y a vista tanta
obedeciendo la dudosa planta,
inmóvil se quedó sobre un lentisco,
verde balcón del agradable risco.

Las palabras marcadas en cursivas son ejemplos de cómo Góngora suele “urbanizar” la naturaleza primitiva de las Soledades. “Su intención no es tratar cosas pastoriles (estas materias son circunstancias accidentales al fin principal de la obra), sino la peregrinación de un Príncipe, persona grande, su ausencia y afectos dolientes en el destierro.” La conquista del campo por la ciudad en los siglos XVI y XVII implica también la “ruralización” del campo a causa de la nueva división especial del trabajo, ya que en la Edad Media el campo era el centro de producción material tanto agrícola, artesanal o cultural. A continuación, en el verso 194 comienza la descripción del río, que continúa así:

con torcido discurso, aunque prolijo,
tiraniza los campos útilmente;
orladas sus orillas de frutales,
quiere la Copia que su cuerno sea
(si al animal armaron de Amaltea
diáfanos cristales);
engazando edificios en su plata,
de muros se corona,
rocas abraza, islas aprisiona,
de la alta gruta donde se desata
hasta los jaspes líquidos, adonde
su orgullo pierde y su memoria esconde.

“Recuérdese Gracián (El Criticón): “el curso de tu vida en un discurso” (...) Góngora se propone hacer un mapa (texto) de la escena; así el río se identifica con su medio de imitación, la estructura de la frase verbal (torcido discurso). El río tiraniza útilmente porque fertiliza los campos. El animal de Amaltea es la cabra que da de mamar al infante Júpiter, cuyo cuerno es la Cornucopia; si las aguas torcidas y cristalinas del río son como los cuernos de Amaltea; los jaspes líquidos, el mar, pero el mar como tumba.[17] 

“Aquéllas que los árboles apenas
dejan ser torres hoy, dijo el cabrero
con muestras de dolor extraordinarias,
las estrellas nocturnas luminarias
eran de sus almenas,
cuando el que vez sayal fue limpio acero.
Yacen ahora, y sus desnudas piedras
visten piadosas yedras:
que a rüinas y a estragos,
sabe el tiempo hacer verdes halagos.”

El desarrollo del mercantilismo y la formación de los grandes centros metropolitanos implican una ruptura entre ciudad y campo, una desnaturalización del contexto humano. La conciliación de esa ruptura es necesariamente trágica. Se encuentra en aquellas ruinas que surgen tan inesperadamente en la selva montañesa del albergue. La ruina es una forma de idilio. Representa un poder de inclaustración y coerción ya disgregado por la fuerza destructiva y renovadora de la naturaleza: la construcción –producto del trabajo, de la técnica, del poder-, reducida a la condición de abandono y soledad. “De acuerdo con el tema gongorino de amurallamiento, la ruina encarna la antítesis entre el albergue de la Soledad primera (retamas sobre robre / tu fábrica son pobre), morada entretejida con la naturaleza, y el castillo marmóreo y hermético de la Soledad segunda, signo de la arquitectura como una forma de dominación o negación de lo natural. En la medida en que Góngora antropomorfiza la naturaleza como edificadora, la ruina representa contrariamente el artificio humano trasformado en una estética de lo difuso y lo accidental”[18] La ruina viene a ser el simulacro de las Soledades mismas.  
Las Soledades no son poesía de la naturaleza; se basan más bien en el tópico del campo, o sea, de una mediación entre un estado puro de naturaleza (génesis) y el estado de cultura: el poema-artefacto, la ciudad como apoteosis. En la naturaleza, en cambio, sólo ve un concepto que disfraza el artificio de la enemiga amada, o de su propio narcisismo.

armado a Pan o semicapro a Marte

El pastor es un héroe épico que ha caído de la plenitud y confianza de la acción épica a los “dulces desvaríos” de la vida pastoril; es decir, “alterna” las cualidades de Pan (dios de los pastores) y Marte (dios de los guerreros). El anciano es un hombre experimentado en lo épico, mientras que Faetón pertenece al arquetipo del joven ambicioso y autodestructivo que define al peregrino. Sin embargo, éste mismo asume la actitud de un desengaño horaciano hacia la corte y la política en el encomio que pronuncia a los cabreros

juntaba el cristal líquido al humano

Hipérbaton que juntaba el cristal líquido al humano (de las aguas del arroyo) al cristal humano (su cuerpo bello)

ser menos las que verdes Hamadrías

Las Hamadrías son las montañesas cultas que, como las ninfas, habitaban en cada árbol o planta.

El Sileno buscaba
de aquellas que la sierra dio Bacantes,
ya que Ninfas las niega ser errantes
el hombro sin aljaba,
o si del Termodonte,
émulo del arroyuelo desatado
de aquel fragoso monte,
escuadrón de Amazonas desarmado
“El Sileno es el anciano que preside sobre la bacanalia romana; las serranas, como no llevan aljaba, no son Ninfas (de Diana, diosa de la caza), sino bacantes, o esquadrón de Amazonas desarmado si el arroyo por la cual caminan se parezca al Termodonte, río de la tierra en que, según la mitología, vivían estas mujeres bellas y guerreras. Ninfas está escrito con mayúsculas para darles resonancia alegórica.”[19]

Vulgo lascivo erraba

El yugo de ambos sexos sacudido

Tanto los jóvenes como sus compañeras, las “amazonas”, eran solteros.

Purpúrea terneruela, conducida
De su madre, no menos enramada

Procesión de los regalos que traen los serranos a las bodas.

Cuál dellos las pendientes sumas graves
de negras baja, de crestadas aves,
cuyo lascivo esposo vigilante
doméstico es del Sol nuncio canoro,
y de coral barbado, no de oro
ciñe, sino de púrpura, turbante.

Las crestadas aves son las gallinas, cuyo lascivo esposo, el gallo, “(...) se ciñe un turbante o cresa, no de oro, sino de púrpura”[20]

Quien la cerviz oprime
con la manchada copia
de los cabritos más retozadores,
tan golosos, que gime
el que menos peinar puede las flores
de su guirnalda propia.

Los cabritos son tan golosos, que comen las flores de sus propias guirnaldas. Y los conejos:

No el sitio, no, fragoso,
no el torcido taladro de la tierra,
privilegio en la sierra
la paz del conejuelo temeroso:
trofeo ya su número es a un hombro,
si carga no y asombro

Tú, ave peregrina,
arrogante esplendor, ya que no bello,
del último Occidente,
penda el rugoso nácar de tu frente
sobre el crespo zafiro de tu cuello,
que Himeneo a sus mesas te destina.

El ave peregrina es el pavo, porque viene de las Indias occidentales. “El pavo no tiene cresta, sino cierta piel carnosa y colorada; la qual estiende de suerte que cubre el rostro, principalmente cuando está enojado” (Salcedo Coronel) Entonces, el rugoso nácar que pende de su frente es esa piel carnosa y colorada.
Himeneo es el dios de la boda.

Sobre dos hombros larga vara ostenta
en cien aves cien picos de rubíes,
tafiletes calzadas carmesíes,
emulación y afrenta
aun de los Berberiscos,
en la inculta región de aquellos riscos.

Los perdices con picos y patillas de color rojo (rubíes, tafiletes carmesíes)

si es néctar lo que llora,
y antes que el Sol enjuga
la abeja que madruga

“Por estraño camino y grandes perifrases dize Don Luis que traía un montañés en una orca unos panales de miel: aludiendo a las propiedades de la Aveja que sale al amanecer, quando está reciente el rocío de la mañana sobre las flores”[21]

No excedía la oreja
el pululante ramo
del ternezuelo gamo
que mal llevar se deja,
y con razón, que el tálamo desdeña
la sombra aun de lisonja tan pequeña.

“El gamo, cuyo cuerno es igual en tamaño a su oreja; pero aunque mera sombra de cuerno le hace recelar ser ‘cornudo’ en el matrimonio ‘(...) defendía de ir a la boda diciendo que con razón, porque desdeña el matrimonio aun en sombra la traición’ (Pellicer).”[22]

El arco del camino pues torcido

Durante el transcurso del día, cambia el carácter del paisaje. “Toma la metáfora del arco, diciendo, que las labradoras vinieron por la cuerda del atajo, por el camino fragoso, pero breve, pero los serranos por lo cóncavo del arco, por el camino real”[23]

efectos, si no dulces, del concento
que en las lucientes de marfil clavijas,
las duras cuerdas de las negras guijas
hicieron a su curso acelerado

“El arroyo sería como un instrumento de cuerda, pulsado, en lugar de arco, por las filas de guijas negras en que rompía la corriente”[24] 

las que siempre dará cerúleas señas

Según el Diccionario de la RAE, cerúleas “aplícase al color azul del cielo despejado, o de la alta mar o de los grandes lagos”.En este caso, se trata de las señas del naufragio del peregrino.

el campo undoso en mal nacido pino

“Épica trágica en miniatura de la Conquista. La navegación, o la ‘caída del mal nacido pino’ al mar como metonimia del barco, introduce (...) tiempo de codicia y guerra universales”[25] 

vaga Clicie del viento

Metáfora de la vela. “Clicie, desdeñada por Apolo, fue convertida en el heliotropo, flor que sigue la dirección del sol. Así las velas siguen el viento”[26]
monstruo, escamado de robustas hayas,
a las que tanto mar divide playas,
que confusión y fueño
al Frigio muro el otro leño Griego.
Náutica industria investigó tal piedra

El paradigma épico de las letras españolas del siglo XVI, la epopeya de la colonización, se miniaturiza en la historia narrada al peregrino por el serrano. Este fragmento logra captar en cierta medida la tentación de lo lejano y peligroso, pero, a fin de cuentas , queda la soberbia trágica de la Conquista. “Más armas, más sediciones, más guerras ha introducido la navegación en las tierras más remotas que divide el mar, que guerra, fuego, confusión en los muros de Troya el caballo de los Griegos”[27]

que cual abraza yedra
escollo, el metal ella fulminante
de que Marte se viste, y lisonjera,
solicita el que más brilla diamante
en la nocturna capa de la esfera,
estrella a nuestro Polo más vecina;
y, con virtud no poca,
distante le revoca,
elevada la inclina
ya de la Aurora bella
al rosado balcón, ya a la que sella,
cerúlea tumba fría,
las cenizas del día.
En esta pues fiándose atractiva,
Del Norte amante dura, alado roble

“La piedra imán o magnética que se emplea para la aguja de la brújula, porque (pensaba Góngora) es atraída por la estrella más brillante, la estrella polar (diamante), y así lisonjera se hace del Norte amante dura. Pero cuando la estrella polar está encima de la brújula, la aguja oscila entre el oriente (Aurora) y el occidente (tumba del Sol). El alado roble es el barco de velas”[28]

Tifis el primer leño mal seguro
condujo, muchos luego Palinuro;
si bien por un mar ambos, que la tierra
estanque dejó hecho,
cuyo famoso estrecho
una y otra de Alcides llave cierra.

Según la mitología, Tifis es el piloto del Argos y Palinuro, el de la flota de Eneas. La disquisición “mar-estanque” podría interpretarse como el Mediterráneo y el estrecho sería el de Gibraltar, que cierra las columnas construidas por Hércules (Alcides)

Piloto hoy la Codicia, no de errantes
árboles, mas de selvas inconstantes

La Codicia personifica el deseo de lucro o ganancia. Las selvas inconstantes son las flotas mercantiles.

Abetos suyos tres aquel tridente
violaron a Neptuno,
conculcado hasta allí de otro ninguno,
besando las que al Sol el Occidente
le corre en lecho azul de aguas marinas,
turquesadas cortinas.

Los tres abetos son la res Carabelas de Colón que llegaron a Océano Pacífico, cuyo epíteto es aquí el de turquesadas cortinas.

A pesar luego de áspides volantes,
sombra del Sol y tósigo del viento

Las flechas de los Caribes envenenan el viento como un tósigo.

Lestrigones el Istmo, aladas fieras:
el Istmo que al Océano divide,
y sierpe de cristal, juntar le impide
la cabeza del Norte coronada
con la que ilustra el Sur cola escamada
de Antárticas estrellas.
Segundos leños dio a segundo Polo
en nuevo mar, que le rindió no sólo  
las blancas hijas de sus conchas bellas,
mas los que lograr bien no supo Midas
metales homicidas

“Góngora identifica los Caribes con los Lestrigones, caníbales mitológicos del Mediterráneo. El Istmo es el de Panamá, que divide el Atlántico (“mar del norte”) del Pacífico (“mar del sur”, segundo Polo): por eso, ilustra el Sur cola escamada / de antárticas estrellas (la constelación de la Cruz del Sur); y alude a la conquista del Perú por Francisco Pizarro. Califica a los metales de homicidas por todas las guerras civiles y el genocidio de los Incas provocado por los trabajos forzados en las minas. “Midas sirve como emblema de esta codicia mercantilista: todo lo que toca (aun la comida) se convierte en oro.”[29]

temeridades enfrenar segundas.
Tú, Codicia, tú pues de las profundas
estigias aguas torpe marinero,
cuantos abre sepulcros el mar fiero
a tus huesos desdeñas.

“Los desastres de las navegaciones españolas (los huesos que son señas en las arenas) no bastaban para desengañar a los portugueses, que buscaban por la costa de áfrica otra ruta hacia la India.”[30]

El Promontorio que Éolo sus rocas
candados hizo de otras nuevas grutas
para el Austro de alas nunca enjutas,
para el Cierzo espirante por cien bocas,
doblaste alegre, y tu obstinada entena
cabo le hizo de Esperanza Buena.

Góngora identifica el Cabo de Buena Esperanza (que tiene fama de ser tormentoso) con la cueva en que Éolo aprisionó los vientos de tormenta (Austro, Cierzo).

debajo de la Zona aun más vecina
al Sol, calmas vencidas y naufragios,
los reinos de la Aurora al fin besaste
cuyos purpúreos senos perlas netas,
cuyas minas secretas
hoy te guardan su más precioso engaste

La Zona aún más vecina es la Zona Tórrida. Los reinos de la Aurora, la India, a la cual llega por fin Vasco de Gama. El precioso engaste es el oro, que sirve como engaste a las perlas. Estos detalles influyen en el lenguaje de la epopeya trágica que cuenta el viejo serrano, el líder de estas escuadras, con el efecto de vincular la aventura del descubrimiento y el imperio a la vibración sexual de los serranos y del ambiente.

que al pájaro de Arabia 

El Fénix, pájaro de oro cuyo vuelo es un arcoíris alado.

Zodíaco después fue cristalino
a glorioso pino,
émulo vago del ardiente coche
del Sol, este elemento,
que cuatro veces había sido ciento
dosel al día y tálamo a la noche,
cuando halló de fugitiva plata
la bisagra, aunque estrecha, abrazadora
de un Océano y otro siempre uno,
o las columnas bese o la escarlata,
tapete de la Aurora.
Esta pues nave, ahora,
en el húmido templo de Neptuno
varada pende a la inmortal memoria
con nombre de Victoria
De firmes islas no la inmóvil flota
en aquel mar del Alba te describo

El período describe la vuelta alrededor del mundo hecha por Magallanes en cuatrocientos días en la nave Victoria. La bisagra es, evidentemente, el estrecho de Magallanes. Los últimos dos versos se refieren al archipiélago de las Filipinas.

la dulce confusión hacer podía,
que en los blancos estanques del Eurota
la virginal desnuda montería,
haciendo escollos o de mármol Parió
o de terso marfil sus miembros bellos

“Son tantas y tan bellas las islas del Pacífico que un nuevo Acteón bien puede perderse en ellas. Acteón observó un día la diosa Diana y sus cazadoras (virginal desnuda montería) bañándose en las aguas del río Eurota; fue transformado en ciervo y muerto por sus propios perros.”[31]

fragante productor de aquel aroma
que traducido mal por el Egito,
tarde le encomendó el Nilo a su bocas,
y ellas más tarde a la gulosa Grecia,
clavo no, espuela sí del apetito,
que en cuanto conocelle tardó Roma
fue templado Catón, casta Lucrecia

“El clavo, producto de las islas Molucas. Góngora sigue aquí el tópico de que la importación de especias orientales fue ‘clavo’ o espuela al apetito desenfrenado, provocando así la decadencia de Roma. Catón y Lucrecia son nombres que simbolizan la vieja aristocracia romana, célebre por la austeridad de sus costumbres.”[32]

del alma se quedó la mejor prenda,
cuya memoria es buitre de pesares.”

En suspiros con esto,
y en más anegó lágrimas el resto

“Los suspiros y lágrimas del serrano cerraron su discurso épico, como los vientos de tormenta su caudal y las olas del mar su hijo (...) La Conquista, delirio de un deseo casi erótico, acaba en tragedia y esterilidad.”[33]

“Cabo me han hecho, hijo

Góngora subraya el principio de elección en vez de autoridad estamental. En este caso se trata de un navegador jubilado que informa al peregrino que los serranos lo han nombrado cabo.

que de tu calidad señas mayores

“El serrano reconoce la nobleza del peregrino; él mismo es un hidalgo caído de la sublimación épica a la medianía pastoril; es decir, ha encontrado otra identidad de clase”[34], mientras que nuestro peregrino todavía se encuentra buscándola.


Coros tejiendo, voces alternando,
sigue la dulce escuadra montañesa
del perezoso arroyo el paso lento,
en cuanto él hurta blando,
entre los olmos que robustos besa,
pedazos de cristal[35], que el movimiento
libra e la falda, en el coturno ella
de la coluna bella,
ya que celosa basam
dispensadora del cristal no escasa.
Sirenas de los montes su concento,
a la que menos del sañudo viento
pudiera antigua planta
temer rüina o recelar fracaso,
pasos hiciera dar el menor paso
de su pie o su garganta.

“Tan dulcemente tejían coros que como las Sirenas mitológicas tentaban a los marineros a arrojarse al mar, estas canciones parecen desarraigar y animar (dar paso) a los árboles, como antiguamente la lira de Orfeo. Se pensaba en el neoplatonismo y la cosmología pitagórica del Renacimiento que el cosmos y el mundo eran una especie de armonía celeste (música universal) hecha concreta, material (...) Hacer música de la realidad mundana, como Góngora intenta en esta sección, equivale a armonizarla, humanizarla, ‘El alma, compuesta de concordancias, concorde ya con la gran cítara del mundo’, anota Dámaso Alonso con respecto al tópico.”[36] Sus compases heroicos son contrapuestos a las canciones de las zagalas montañesas.

mientras el arroyuelo para oílla
hace de blanca espuma
tantas orejas cuantas guijas lava

“El arroyo corriendo por las guijas forma semicírculos de agua que fingen ser orejas destinadas a captar el concento musical de las serranas.”[37] El concento es el “canto acordado y armonioso de diversas voces”[38] Se dice de Góngora que es el “cisne de los concentos, águila en los conceptos; en toda especie de agudeza eminente, pero en ésta de contra proporciones consistió el triunfo de su grande ingenio”, encomio atribuido por Baltasar Gracián.

Vencedores se arrogan los serranos

Mientras las serranas van cantando y bailando, los serranos debaten sobre quién será el ganador de los juegos de las bodas.

consagrando los palios a su esposa,
que a mucha fresca rosa
beber el sudor hace de su frente

Los palios son los pedazos de seda ofrecidos como premio en los juegos de las bodas. La disquisición “fresca rosa / beber el sudor” hace referencias a que “cada zagala limpiava a su esposo con puñados de rosas deshojadas el sudor de su frente”[39]

calzada Abriles y vestida Mayos,

cubierta de hierba y flores

cual simples codornices al reclamo

“(...) acuden al reclamo que imita su voz y encubre entre las mieses todavía no espigadas la red donde han de quedar presas”[40]

del álamo que peina verdes canas,

cuyo follaje verde y blanco del álamo

al montañés, que ingrato
al fresco, a la armonía y a las flores,
del sitio pisa ameno
la fresca hierba, cual la arena ardiente
de la Libia, y a cuantas da la fuente
sierpes de aljófar, aún mayor veneno
que a las del Ponto tímido atribuye,
según el pie, según los labios huye

El montañés es, como ya dijimos, el narrador de la épica de la Conquista, detesta la fuente porque le recuerda al mar Ponto, donde naufragó, por eso el agua fresca le parece tan venenosa como la salda

caracteres tal vez formando alados
en el papel diáfano del cielo

El vuelo de los pájaros parece una escritura en el papel diáfano del cielo

Cubre las que Sidón telar Turquesco

Sidón era una antigua ciudad de Siria, centro de producción de tejidos.

Mezcladas hacen todas
teatro dulce, no de escena muda

Esta cita expresa que la naturaleza encierra los secretos de todos los intentos humanos de inventar o construir.

Viendo pues que igualmente les quedaba
para el lugar a ellas de camino
lo que al Sol para el lóbrego Occidente,
a robusto nogal que acequia lava
en cercado vecino,
cuando a nuestros Antípodas la Aurora

El sol se está poniendo. La Aurora de nuestros Antípodas es una ingeniosa metáfora del anochecer.

cedió al sacro Volcán de errante fuego,
a la torre de luces coronada
que el templo ilustra, y a los aires vanos
artificiosamente da exhalada
luminosas de pólvora saetas,
purpúreos no cometas.
Los fuegos pues el joven solemniza,
mientras el viejo tanta acusa Tea
al de las bodas Dios, no alguna sea
de nocturno Faetón carroza ardiente,
y miserablemente
campo amanezca estéril de ceniza

La creciente tecnificación de la selva culmina en una exhibición de fuego: el peregrino y las montañas ven los fuegos artificiales que se contrastan con la hoguera primitiva de los cabreros. La torre del templo de la aldea, iluminada por fuegos artificiales para anunciar la boda. El joven peregrino admira el espectáculo. Según Pellicer, invita el desastre de un “nocturno” Faetón. Faetón, de adolescente, atrevido como el peregrino, quiso conducir el carro de su padre el Sol. Como no pudo manejarlo, se cayó y quemó la tierra. El prudente serrano teme que los fuegos artificiales puedan quemas la aldea (campo amanezca estéril de ceniza), así como Faetón quemó la tierra.

De Alcides le llevó luego a las plantas,
que estaban no muy lejos,
trenzándose el cabello verde a cuantas

Las hermanas de Faetón fueron convertidas en álamos, árboles consagrados a Hércules. Por eso, cuando se inclinan al viento, los álamos parecen mujeres trenzándose el cabello en el espejo del arroyo.

que abrevïara el Sol en una estrella,
por ver la menos bella,
cuantos saluda rayos el Bengala

Mientras que la noche cae, el sol se levanta en el Oriente.

fanal es del arroyo cada onda
   
Según el Diccionario de la RAE, fanal es: “Farol grande que se coloca en las torres de los puertos para que su luz sirva de señal nocturna.”, entonces la aparición de este fanal va anticipando el ambiente de pesca de la Soledad II. “Cada onda del arroyo era un fanal, la luz era el reflexo de las luminarias, el agua el linterón, y la vidriera el cristal”[41]

fingieron día en la tiniebla oscura

Como Faetón se atrevió a conducir la carroza del Sol en la noche.

sólo gime ofendido
el sagrado laurel del hierro agudo:
deja de su esplendor, deja desnudo
de su frondosa pompa al verde aliso
el golpe no remiso
del villano membrudo;
el que resistir pudo
al animoso Austro, al Euro ronco,
chopo gallardo, cuyo liso tronco
papel fue de pastores, aunque rudo,
a revelar secretos va a la aldea,
que impide Amor que aun otro chopo lea.

“Los pastores cortan árboles para decorar la fiesta nupcial. Así el chopo, que papel fue de pastores (es decir, en cuya corteza engravaron los nombres de sus amores), revelará estas intimidades a los novios en la mañana. ‘(...) El sueño viene a borrar la persecución e insistencia de la fiesta, preparando con la caída del ardor de lo anterior contemplado la llegada del peregrino, es decir, alguien que no sabe quién es. Temor que la presencia y desenvoltura del peregrino se amengüen si penetra en el idéntico paisaje’.”[42]  

* * * * *

Como hemos podido ver, si bien nuestro análisis no puede abarcar todos los tópicos y temas contenidos en las Soledades, nuestro poema es un texto que se adapta y encaja perfectamente con los discursos citados del Agudeza y arte de ingenio de Baltasar Gracián. Dejamos abierta la posibilidad de seguir analizando este poema gongorino desde otras perspectivas, por ejemplo desde el concepto de la ciudad[43] o el género pastoril visto como una ficción de integridad psíquica, entre otras.

* * * * *

  
BIBLIOGRAFÍA

  1. ALONSO, Dámaso, La lengua poética de Góngora, 1° EDICIÓN 1935, Madrid, 1961
  2. ALONSO, Dámaso, Estudios y ensayos gongorinos, Madrid, 1960
  3. ESPINOSA MEDRANO, Juan de, Apologético a favor de don Luis de Góngora, edición anotada de Luis Jaime Cisneros, Lima: USMP, 2005
  4. GARCÍA LORCA, Federico, “La imagen poética de Góngora”, en Obras completas, Madrid, 1966.
  5. GÓNGORA, Soledades. Edición de John Beverley, Ediciones Cátedra, S. A., Madrid: 1995
  6. GRACIÁN, Baltasar, Agudeza y arte de ingenio. Edición de Evaristo Correa Calderón. Editorial Castalia, 1969
  7. JÁUREGUI, Juan de, Antídoto a la pestilente poesía de las “Soledades” (1614)
  8. Semántique et poétique,
  9. LEZAMA LIMA, José, Esferaimagen, Barcelona, 1970
  10. MOLHO, Maurice, Sémantique et poétique: á propos des “Solitudes” de Góngora, Burdeos, 1969
  11. MUMFORD, Lewis, The Culture of the Cities, Nueva York, 1938
  12. PAZ, Octavio, El arco y la lira. El poema, la revelación poética, poesía e historia. Tercera edición, México: FCE, 1972, decimocuarta reimpresión: 2003
  13. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua castellana, 22° edición. Madrid: 2001
  14. SALCEDO CORONEL, José García de, Las “Soledades” de Don Luis de Góngora comentadas, Madrid, Imprenta Real, 1636.
  15. PELLICER DE SALAS Y TOVAR, José, Lecciones solemnes a las obras de Don Luis de Góngora, Madrid, Imprenta del Reino, 1630. Edición facsímil a cuidado de Guido Manzini, de la Universidad de Pisa, Hildesheim y Nueva York, Geor Olms Verlag, 1971.
  16. JORDÁ, Vicent. Citas y Frases célebres, a consultar en World Wide Web:

NOTAS 

[1] Discursos LV y LVI de Agudeza y arte de ingenio de Baltasar Gracián
[2] GRACIÁN, Baltasar, tomo 2, p. 197
[3] Ibídem, tomo 1, p. 74
[4] BEVERLEY, John, en: GÓNGORA, Soledades, p. 168
[5] Ibídem, p. 41
[6] MOLHO, Maurice, Semántique et poétique, p. 35-36. (Traducción del francés de DJH.)
[7] “El estilo es el punto de partida de todo intento creador; y por eso mismo, todo artista aspira a trascender ese estilo comunal o histórico. Cuando un poeta adquiere un estilo, una manera, deja de ser poeta y se convierte en constructor de artefactos literarios. Llamar a Góngora poeta barroco puede ser verdadero desde el punto de vista de la historia literaria, pero no lo es si se quiere penetrar en su poesía, que siempre es algo más. Es cierto que los poemas del cordobés constituyen el más alto ejemplo del estilo barroco, ¿mas no será demasiado olvidar que las formas expresivas características de Góngora –eso que llamamos ahora su estilo. No fueron primero sino invenciones, creaciones verbales inéditas y que sólo después se convirtieron en procedimientos, hábitos y recetas? El poeta utiliza, adapta o imita el fondo común de su época –esto es, el estilo de su tiempo- pero trasmuta todos esos materiales y realiza una obra única. Las mejores imágenes de Góngora –como ha mostrado admirablemente Dámaso Alonso[7]- proceden precisamente de su capacidad para transfigurar el lenguaje literario de sus antecesores y contemporáneos. A veces, claro está, el poeta es vencido por el estilo. (Un estilo que nunca es suyo, sino de su tiempo: el poeta no tiene estilo.) Entonces la imagen fracasada se vuelve bien común, botín para los futuros historiadores y filólogos. Con estas piedras y otras parecidas se construyen esos edificios que la historia llama estilos artísticos (...) No quiero negar la existencia de los estilos. Tampoco afirmar que el poeta crea de la nada. Como todos los poetas, Góngora se apoya en un lenguaje. Ese lenguaje era algo más preciso y radical que el habla: un lenguaje literario, un estilo. Pero el poeta cordobés trasciende ese lenguaje. O mejor dicho: lo resuelve en actos poéticos irrepetibles: imágenes, colores, ritmos, visiones: poemas. Góngora trasciende el estilo barroco...” (PAZ, p. 17-18) 
[8] GRACIÁN, loc. cit., tomo 2, p. 251
[9] BEVERLEY, loc. cit. p. 75
[10] Ibídem, p. 76. Góngora lo define en varios lugares por alusión a Adonis, Ícaro, Cadmo, Narciso, Arión, Ganímedes, Odiseo y Acteón. Estos dobles que se ciernen alrededor de su presencia en el poema encarnan, junto con él, formas del héroe como buscador y exiliado “errante”.
 [11] Gracián, tomo 1, p. 74
[12] BEVERLEY, loc. cit. p. 77
[13] Ibídem, p. 78
[14] Ibídem, p. 80
[15] Ibídem, p. 81
[16] Ibídem, p. 83
[17] Ibídem, p. 85n.
[18] Ibídem, p. 40-41
[19] Ibídem, p. 87n
[20] ALONSO, loc. cit.
[21] PELLICER, en GÓNGORA, Soledades, p. 89n
[22] BEVERLEY, loc. cit. p. 90n
[23] PELLICER, loc. cit., p. 90n
[24] ALONSO Dámaso, en GÓNGORA, Soledades, p. 90n
[25] BEVERLEY, loc. cit, p. 91n
[26] Ibídem, p. 91n
[27] PELLICER, loc. cit, p. 91-92n
[28] BEVERLEY, loc. cit, p. 92n
[29] Ibídem, p. 94n
[30] Ibídem, p. 94n
[31] Ibídem, p. 96n
[32] Ibídem, p. 96n
[33] Ibídem, p. 96n
[34] Ibídem, p. 97n
[35] “El arroyo, que caminaba por entre los olmos, hurtava pedazos de cristal a los pies de las Serranas retratándose en él (...) la columa (la pierna), y celoso, pues que la cubría, con todo ello dispensava el cristal en los pies de las Serranas, por estar el coturno abierto, como el calzado que hoy dezimos sandalias” (Pellicer)
[36] BEVERLEY, loc, cit, p. 98n
[37] Ibídem, p. 99n
[38] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua castellana, Vigésimo segunda edición, Madrid: 2001
[39] PELLICER, loc. cit., p. 99n
[40] ALONSO, loc. cit, p. 100n
[41] PELLICER, loc. cit, p. 103n
[42] LEZAMA LIMA, “Sierpe de don Luis” en Esferaimagen, p. 104n
[43] “Uno de los mayores triunfos de la mente barroca fue la organización del espacio, el hacerlo continuo, el reducirlo a la medida y el orden; la extensión de los límites de su magnitud para abarcar lo expresamente distante y lo extremadamente diminuto; finalmente, la asociación del espacio con el movimiento... A la solidificación del poder en la capital política corresponde una reducción de poder e iniciativa en los centros locales... La ley, el orden y la uniformidad son los productos particulares de la capital barroca, pero la ley existe para asegurar la posición de las clases privilegiadas y el orden es mecánico... El ejército proporciona el medio externo para reforzar este patrón vital; su instrumento económico es la política mercantil-capitalista, y sus instituciones más características son el ejército permanente, el cambio de Bolsa, la burocracia y la Corte. Hay una armonía fundamental que relaciona todas éstas, ya que entre todas crean una nueva forma de vida social: la ciudad barroca.” (MUMFORD, p. 95, traducción del ingles de DJH en GÓNGORA, Soledades, p. 38.). 


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